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POLVOS DEL SAHARA

Tosía en medio de una densa bruma. En trances de ficción con dejo de realidad se volteaba y acomodaba la segunda almohada entre las piernas. Soñaba con el África continental junto a sus vientos huracanados que siglos tras siglos chocaban con el mar Caribe y frotaba toda la Española con rugir y encanto poderoso.

Como pulsaciones telepáticas se rascaba la nariz al recibir los mensajes codificados de los polvos del Sahara. Al entrar los polvos en las entrañas del durmiente colapsaba en medio del sueño por los influjos cósmicos y exhalaba unas impurezas cristalinas por las fosas nasales con aroma celestial. El polvo del Sahara con espíritu de camello, dátiles y beduinos del desierto descifraba los cimientos de la tribu humana. Desde el polvo serás diminuto y microscópico saboreaba los desconciertos y contradicciones de los orígenes de la especie.

En medio del sueño creía despertar y divisaba los cielos de su Santo Domingo con un extraño sentimiento de un Londres triste y oscuro. El polvo del Sahara como moros en la costa hacia competencia a las pesadillas fruto de la pandemia con campaña política. Nada era más importante que la política en estos trópicos. Los polvos del Sahara como papiros codificados competían con los salamis, los panes sobaos con aquella cara tan clara de sus deseos y aspiraciones. Con máscara y sin discurso tal cual dijo uno de los Faraones: No sabemos como piensa ni lo que tiene en la cabeza, porque no articula una sola palabra que permita comprender lo que él quiere transmitir. El otro sonso e incoloro, con traje de empresario pero políticos dominicanos de toda la vida. Con empresas en parques nacionales y universidad de sospechoso prestigio y calidad.

Exaltado en el sueño se cambio de posición nuevamente y resonaron los resortes del colchón con aroma a óxido. Volvió a colocar la almohada y prosiguió el viaje junto a Morfeo. La estampa de camellos y Beréberes del desierto lograron triunfar sobre la bulla de política del patio. Como el Talmud lleno de leyes, tradiciones, narraciones y dichos los códices secretos de los polvos del Sahara se le revelaron. En una nave hermosa y aerodinámica, una especie de Aleph Borgiano, cada diminuto polvo, cada exhalación era un Sahir con las respuestas del todo. Los polvos, a pesar del daño a muchos en los pulmones, era un reparador que conspiraba a favor de la madre tierra. Un recurso del Arquitecto Supremo del Universo en procura del equilibrio de la creación.

Polvo eres y polvo serás. Africa infinita cuna de los vientos huracanados y estos polvos mágicos. Tan lejos y tan cerca, todo viene y todo va. Polvos que nuestros Taínos ya suspiraban, exhalaban junto a sus dioses. Polvos que frotaron las mejillas de Enriquillo allá en Bahoruco lleno de sed, justicia y majestad. Polvos como demonio de cenizas a quien el dulce viento de Dios no elevó al cielo, mar que cierra en si mismo sus últimas orillas. Polvos, espumas y Enriquillo en cada ronquido.

Despertó con sed. Divisó desde la ventana y contempló aquella bruma arenosa, torva y grisácea. Vida y sueños, soñar vivir. Se afeitó y se sacudió el alma con un tenue volumen junto a Dylan y su Key West. Se puso la máscara anti peste con resignación y un profundo sentimiento de realidad. Hay polvos infinitos y polvos traidores. Polvos místicos y polvos de cada noche como las mil y una noches, que han de ejecutarse al amanecer.

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