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UN ROSARIO DE POSIBILIDADES

La Fortaleza Ozama inmutable presenciaba la reencarnación. Antonio Portocarrero, el protagonista de la mejor novela dominicana "La Sangre" de Tulio Manuel Cestero, volvía a nacer en estos predios tropicales. Cuál reencarnación Budista, en virtud del Karma -el mecanismo de causa y efecto- Antonio Portocarrero mutaba de revolucionario y soñador de orden y progreso para su patria; a siniestro abogado tiguere binbin de la fauna nacional.

Las páginas de La Sangre, novela de las revoluciones. Interpretación de la historia Dominicana en términos de sociología y sicología social. Un apasionado tratado de tesis política, se transformaba en un capitulo más de la enorme historia de las estafas dominicanas. La transformación muchos años después de este Antonio Portocarrero fruto del clima, de sus frustraciones ancestrales, de su profundo dolor, era un primor del folklore caribeño. Esta nueva versión convertido en un clásico nacional, un gavillero de nuevo cuño, un revolucionario de estos tiempos. En personaje de abogado frio, un mago a lo Melquíades -de 100 años de Soledad- calculador y timador de altos vuelos. Vendedor de sueños y esperanza a incautos dispuestos a comprar billetes de aire con sabor a estrellas.

Antonio Portocarrero harto de la malaria. De su triste mote de abogado picapleito de Villacon esperaba su turno al bate en la gavilla nacional. Sus deseos y sus garras dispuesto a todo aguardaban. El sabía por la experiencia de conocer estafas pasadas, que el palo debía ser grande y poderoso para lograr impunidad y nada pasaría tal cual la historia. Los ejemplos de Hartmont, la Improvement, la Overseas, las financieras, aquellos banqueros del Citibank, Baninter, las pirámides de ahorros barriales, Odebrecht se lo reafirmaban. Tenia claro también que requería de ingenio y creatividad. De calma y mala fe junto a un poderoso plan.

Un día de luz, tras ver la película "Cuerno de la Abundancia", se le vislumbró el camino. La historia de Celedonio y Jacinto Rosario, oriundos de Cotui y antiguos propietarios de los terrenos donde estuvo la Rosario Dominicana (hoy Barrick Gold) era el pastel. El guiso para salir de su olla ancestral. Aquella fábula de que Celedonio y Jacinto tenían tanto dinero, allá por los 1850, que lo tuvieron que mandar a bancos de Suiza y España. El argumento sería que en RD no existían bancos en esos tiempos. Supuestamente ya el Santander, el flamante banco cantábrico, había dado release a una suma considerable del botín en el 2017 hacia RD. Canalizar en el vox populi de los Rosario que la peste púrpura quería apropiarse del botín hacia sentido.

13 trillones de Euros era el número de la herencia que aguardaba apilada en bancos. Suma impresionante, mayor que el déficit de la economía norteamericana – no existe peor ciego que el que no quiere ver-  mascullaba Portocarrero. Ya el sistema piramidal en rieles y engrasado cada día más y más por cientos de Rosario apellido muy popular en RD, se fueron sumando al expediente y engrosando las arcas del flamante letrado. Mientras más aporta al sistema de números y de la compleja defensa mayor es la participación en la herencia. El sueño y las caricias de placer, como droga redentora nubla. Una vida de ocio como millonarios troncha sentidos e instala la locura. Para los Rosario, Portocarreco genial y brillante letrado, era un mesías. Su redentor del siglo XXI.

Piquetes en la embajada de España de Santo Domingo. Mitines ante las instalaciones del Reservas repletos de efervescencia y sabor a papeletas. Portocarrero desde su bunker en Villacon cuenta y recuenta su fortuna, hablan de más de 80 melones, recaudados en pro de la causa; a cientos de Rosario que esperan su soñada herencia como Maná del cielo. Muchos han empeñado tierras, casas, tomado prestamos para aportar y tener números altos en el pull. Hablan que le tocan de casi 2,500 millones a cada Rosario.

Tras el fin de los acontecimientos frente al Reservas Portocarrero presentía el inicio del fin. Era una tarde apacible en la ciudad de Ovando. Luego de un almuerzo opíparo en el nuevo Drake, Portocarrero junto a sus guardaespaldas y amante de turno paseaba por las Damas frente a la fortaleza. Sintió la sangre triste de los héroes y bien intencionados. Como flashes de siglos pasados de reminiscencias de su otra vida, divisó a aquél Portocarrero tras la rejas en la torre; solo y olvidado. Como en el Hartmont, o el Baninter de todas las posibilidades, la bolsa era grande y espaciosa para partir y repartir. Amplia para la siempre posible impunidad de estos climas.  La eterna miseria y la ignorancia tierra fértil, Macondos esparcidos llenos de realismo mágico; para la gloria de la sorpresa y nuestra humana fauna nacional. El sabor del presentimiento de la creación de una comisión para investigar el caso de los damnificados Rosario le daba calma y paz.

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