Era lunes 30 de septiembre, serían las 6:01am. Una gran cantidad de nubes y, muchas partículas en el cielo producían intensas y rojizas coloraciones en el amanecer. Anselmo Paulino Roncones junto a su fiel asistente y mejor amante Claudia Pedralles, tomaban café sentados en la pequeña mesa del balcón. Con cada sorbo, Anselmo Paulino Roncones se deleitaba en compañía del exuberante panorama proyectado desde el este en el firmamento. Las imágenes del amanecer se fusionaban, con majestad y silencio, en maridaje con los enormes edificios y gigantescas grúas frisadas por el alba de un nuevo día.
Los cielos cromáticos y la calma momentánea producía gozo con paz. Cucharadas de queso cottage Breakstone’s con trozos de melocotón español de Calanda en almíbar, dos cucharadas de maple canadiense, tres crocantes galletas de copos de avena Grullón trituradas en pedazos. Todos los ingredientes fusionados en un plato hondo, era una generosidad gastronómica añadida a la estampa. Anselmo Paulino Roncones y Claudia Pedralles disfrutaban su desayuno desde el balcón, junto a las caricias de hermosas orquídeas colocadas en tres cestos que colgaban del barandal. Anselmo comía y, pintaba con su índice su tableta, al pasar las páginas virtuales del Clarin de Buenos Aires. Su periódico favorito latinoamericano.
Exhausto de dimes y diretes. Harto de las requete anunciadas reformas. Extenuado del discurso y exhibicionismo de cada sector e intereses creados de que ellos no pueden ni pagar más, ni quitarles sus cuotas de botín de Montonera era un hartazgo. Triste con la desconsideración a la memoria del probablemente mejor alcalde de Santo Domingo de todos los tiempos, Nicolás de Ovando el desarrollador. Buscaba en la sección de cultura evadir y aligerar, punchar la tecla del necesario barniz con sabrosura para el inicio de semana. La vida en el trópico requiere de olvidos; y ciertas habilidades.
Ya disfrutando de la sección de cultura leyó qué: un día como hoy 30 de septiembre nació, hace 100 años, el escritor Truman Capote. Aquél escritor que inició su carrera con breves relatos en la prestigiosa revista The New Yorker. Truman Capote el admirado escritor del bestsellers A Sangre Fría que décadas después, es paradigma de estilo literario como novela basada en sucesos reales. Con la piel de gallina. Anselmo Paulino Roncones rememoraba aquella obra. Querida Claudia – exclamaba Anselmo- Capote fue un gigante. Un artista de la pluma y la narración con sus propias vivencias de la autodestrucción humana.
En un paralelismo imaginario Anselmo Paulino Roncones recordaba Kansas y Puerto Plata. La inmigración masiva y los cambios en los fluidos del alma nacional con la isla al revés. La familia Clutter y aquél pariente asesinado de nuestro General historiador. A Dick y Perry. Al haitiano que confesó que se le metió una fuerza oscura e impulsiva que lo secuestró. Como al actual Presidente haitiano en la asamblea de la ONU, que lo dominó su inconsciente primario visceral y se pegó salvajemente con sed de la jarra de agua en medio de aquél augusto escenario. El haitiano jornalero buscaba arrebatar el efectivo, como símbolo para asesinar a sus amos como sus ancestros. Tal cual Dick y Perry procuraban la inexistente caja fuerte de Herbert Clutter, para proseguir -desde los instintos salvajes a flor de piel- en el oscuro túnel los traía de la cárcel.
La barbarie autodestructiva. La desglobalización y las fronteras. El populismo y la vuelta a los mesías con sus redentoras autocracias. La solución de las diferencias por la vía de la confrontación bélica, como estos tristes tiempos de nuevas guerras para la humanidad. La otra cara de nuestras siniestras posibilidades humanas como protagonista del acontecer global. La naturaleza exacta de la humanidad, con poder para ejecutar horrendos y salvajes crímenes a sangre fría en pleno siglo XXI. Como símbolo decadente e inequívoco de nuestra eterna Mancha Humana. Que nos reafirmó como poderoso relato de metáforas literarias, el también norteamericano Philip Roth.
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