El premio Alfred Nobel por la Paz será ya irrelevante. Ha surgido el nuevo Instituto de paz de sí mismo en la ciudad de Washington. Se inaugura con la trascendental paz entre Rwanda y la República del Congo. Las estatuillas serán un símil del fuerte e imponente líder de rubia cabellera. Los maravillosos, trascendentales y tremendos aportes del más poderoso jefe de Estado imperial de todos los tiempos a la paz mundial, serán plasmados en el magno objetivo de la imponente institución.
El enrarecido ambiente global, tan parecido al escenario de la primera guerra mundial, será totalmente esclarecido por el mesiánico líder. El fin de la globalización con el regreso del fascismo y la guerra, tal como apunta Lord Robert Skidelsky, nos trae esta necesidad de hombres fuertes para Occidente también. Genios con mentes brillantes y bien amuebladas que desde el pensamiento y un furibundo deseo, hasta del momento, logran concretizar objetivos y enderezar entuertos. Como la locura de Don Quijote, en sus soñados mundos de caballería idealizados.
El Caribe retoma su principalía histórica y geopolítica. Aquí, en el más hermoso patio imperial de toda la historia de la humanidad, viene por primera vez el jefe del pentágono o de la defensa. Pero que ahora, en los tiempos del mayor constructor por la paz de todos los tiempos, se llama secretario de guerra. Con bases imperiales en casi todas las demás islas adyacentes caribeñas. El procónsul de la guerra requería el endoso de nuestra república bananera. Y geopolíticamente hablando que podíamos hacer, sino era enfilarnos en las directrices imperiales anti-narcos, anti-chavismo cabrón ciertamente o ante la clara política de delimitar zonas de influencias.
Será verdad que en nombre de la paz estén dispuestos a invadir la tierra de Bolívar. O solo será formas de apretar del más burdo negociador sin diplomacia de todos los tiempos. El implacable desarrollador de proyectos. Pícaro y astuto ahora en la gran oficina oval. Que si bien el llamado Cartel de los Soles, o Masburro y comparsas son unos desalmados que habría que enviar a la conchinchina. No nos queda muy claro el objetivo ulterior del asedio militar. Mientras nos preocupa que se utilicen nuestros aeropuertos para una posible invasión al país de Uslar Pietri. Aunque nos encantaría ver desaparecer aquél corrupto régimen chavista. Pero poco podemos hacer. Más que procurar ventajas, a propósito de los tiempos, como eliminación de tarifas arancelarias y concesiones estratégicas en nuevas cadenas de suministros.
La llegada de la nueva embajadora ha sido un bálsamo. Música dorada para nuestros oídos fue su ponencia ante la cámara americana. Su respaldo a la delimitación fuerte y clara de nuestra frontera. Su reproche a la vieja administración demócrata que pretendía la fusión sin fronteras de la Hispaniola. Aún la paradoja de la eliminación, por parte de la actual administración republicana, del privilegio migratorio y por tanto inmediata deportación de 350,000 haitianos en USA. Que tendrán que volver a su paraíso caribeño. Pero la nueva procónsul sabrá canalizar ayudas. Las muy necesarias ayudas para pacificar Haití. Y desterrar en la cuestión haitiana el oscuro cuco de la disolución total.
Ya dijo Rubio que la paz en Ucrania está en manos del Zar Putin. Con la imagen casi familiar del yerno presidencial de frente. Todo es un toma y daca con aroma burdo. Como el tour en la Casa Blanca con la compra de equis suma de Stablecoin con el sello del gran líder de la paz. Hasta los kilos de cocaína han subido de precio ante la aparente escasez y asedio militar. El camino de la paz es una transacción. Una fuerte postura con una oferta aparentemente irresistible. La anarquía y el caos es la nueva regla. El fascismo muta con el barniz de los tiempos. A superhombres nietzschianos tuiteros y digitales como solución final al miedo a lo desconocido. Un súper Padre de la humanidad, embestido con el traje de la paz urbi et orbi. Tremendus, sin el necesario valor del arrepentimiento de Nobel. Junto al charming dorado newyorquino como sello del gran desarrollador.