No bastan las señales de nuevo orden mundial ante la primacía China. El Caribe frontera imperial brota en el epicentro de la geopolítica global con sus particularidades y desmanes eternos desde aquellas colonizaciones imperiales. Colombia la de la eterna posibilidad civilizadora. La Venezuela de los excesos e iniquidades que forjaron al guardia gorila. Haití estado fallido con crueldad aterradoramente despiadada con su clase dirigente indolente y maldita. Ahora se suma Cuba la isla fascinante con 62 años de dictadura e inmovilidad en el tiempo que clama libertad.
El imperio aún aturdido tras el torpe retroceso diplomático de la nefasta era Trump de América para los americanos. Los cambios inminentes de los hilos del poder mundial se manifiestan con peso y fervor en nuestra zona de ubicación estratégica. Ríos revueltos y caos fruto de la crisis económica en medio de la pandemia que han resaltado las fallas sistémicas, el desorden con mal manejos de nuestros tristes políticos caribeños en contubernio con las voraces clases dirigentes en general. Círculo vicioso que tras una crisis hace flotar en un mar de miserias la verdad con fragilidad de nuestros cacareados progresos. Aumento de la deuda, el coloso del norte que imprime Dólares sin cesar para mantener a flote la embarcación imperial, inflación importada fruto de nuestra pobre industrialización. La pandemia y su crisis saca los trapos sucios del proceso evolutivo del Caribe frontera imperial.
Mientras las justas marchas por libertad en Cuba le arrebatan la primera plana a la crisis por el magnicidio en Haití. La semana pasada se reunió el consejo de seguridad de las Naciones Unidas para tratar la crisis haitiana a puertas cerradas. RD no fue invitada a esta reunión; increíble. No solo presidimos dicho consejo en fechas recientes, sino que además somos la nación que comparte la isla Hispaniola con Haití. Hemos sido los más solidarios con hechos en los últimos 50 años con el hermano pueblo de Haití. No solo con apoyo sino también con recursos siendo nosotros un país pobre a rasgos generales.
Este muerto presidencial – la verdad no es buena ni mala lo que no tiene es remedio- puede ser una punta de lanza. Un antes y después para este vecino conglomerado humano incapaz ni siquiera de dotarse de un registro civil. Debemos desplegar todos nuestros recursos diplomáticos. Darle calor a una campaña feroz mundial por buscar solución a nuestro vecino estado fallido. Clamar hasta lo imposible por involucrar a toda la comunidad internacional en procura de un fideicomiso a 50 años para administrar en todos los órdenes. Crear nuevas instituciones y nuevos ciudadanos reeducados desde cero en Haití. Empezaría por reforestar. Promover turismo que bien podría ser liderado por nuestro pujante sector. A toda la clase dirigente haitiana se le enviaría a tierras inhóspitas africanas a realizar trabajos forzados por 50 años como ejemplo global. Para que tengan compañía enviaríamos también a los miembros del entramado corrupto de la peste púrpura.
Aquí brumas de fragilidad se esparcen en el firmamento. La actual y eterna crisis de nuestros vecinos. El peso de esto para nuestro orden político y económico siendo nuestro segundo socio económico. Su primer magnicidio presidencial en 1915 desembocó en una ocupación norteamericana que luego repicó en nuestra patria. Hoy la prensa resalta que somos los campeones regionales en aumento de la deuda con un 16%. Las medidas Keynesianas fruto de la crisis nos han obligado como todos los gobiernos del mundo. Pena que tomamos tantos empréstitos soberanos de forma alegre por parte de la peste púrpura para los ya bochornosos "negocios" de su maldito politburó.
Saludamos las claras buenas intenciones que destila nuestro novicio jefe de estado. Hacemos votos para la sagacidad con sabiduría en sus juicios y consecuente toma de decisiones. La fragilidad volátil de las simpatías en las crisis son realidad. Queremos circo y pan pero con sometimientos ejemplarizantes y devolución de fondos públicos. Qué si incluye a miembros de la casa habrán de proseguir para su éxito ante la mayor de las batallas criollas: la corrupción y la impunidad. Desde la fuerza y la voluntad onírica bien podemos ser los David en la región. Forrar el firmamento para promover desde el espíritu diplomático regional el poder de la verdadera democracia y la sociedad abierta. Desterrar el pesimismo e instaurar la luz desde el mismo trayecto del Sol con progreso y esplendor regional.