Un café a las 3:30am le producía cortocircuito. Habría de levantarse para poder tomar su vuelo a las 7:33am. Los viajes con conexiones, junto a toda la logística global de las lineas áreas, establecían estas inusuales horas -antes solo para dormir o parrandear- rompiendo con los viejos paradigmas de los horarios establecidos. La aldea global se enseñoreaba desde el pragmatismo en post de establecer la unicidad del planeta tierra.
Semanas antes Gala Altagracia de las Mercedes Schnauzer había partido al mas allá, a aquel país que nadie torva. Gala era la perra de 14 años de Jacques Le Bon. Además del mutuo cariño se profesaban Jacques y Gala eran compañeros de aulas. Alumnos desde mundos paralelos de formas de existir del universo espiritual. Rimaban desde sus diferentes expresiones de vida junto a las cósmicas manifestaciones del saber y el aroma espiritual.
Jacques Le Bon repasaba el plan junto a las brisas con sabor a salitre de la autopista Las Américas. Acariciaba desde su bulto de mano su nuevo Oculus Quest2 donde aguardaba el alma escondida de Gala Altagracia de las Mercedes Schnauzer. El plan era al llegar a Vermont justo en las hermosas montañas de Jeffersonville ubicar la cima establecida. Con las coordenadas determinadas en el Metaverso ir al punto. Al Shangrila de hermosos ladridos copados de nieve, pinos junto a versos de invierno de -18 grados Celsius donde descansaría como polvo de estrellas el alma de Gala.
Santo Domingo a Newark. Newark a Burlington fueron casi 13 horas de trayectos, viajes desde que Jacques Le Bon despertó. Tras pasar por el súper y hacer la compra Jacques Le Bon junto a su familia se acomodaban en su cabaña. El clima calaba con el cambio del trópico al invierno. Eran las 5:30pm y ya era de noche. Con apetito y desplegada la mesa unos gigantes camarones de New England humedecidos en salsa cocktail junto a un frenesí de quesos de Vermont halagaron los paladares. Unas tiernas galletas de mantequilla bañadas en maple de Vermont fue el punto final.
El día después todos fueron a alquilar los equipos para esquiar. Horas después Jacques Le Bon partía esquiando a su misión. El silencio del invierno acariciaba sus pómulos y oídos. La nieve fresca le producía placer en sus extremidades con cada impulso en el trayecto. Solo junto a los bosques y los cielos escupiendo copos de nieves Jacques Le Bon desplegó su Oculus Quest 2. Metaverso como espacio virtual colaborativo tomó toda su conciencia. Desde su espacio en Sandbox -plataforma de mundos virtuales- Jacques Le Bon confirmó las coordenadas.
Ya en el lugar preciso se detuvo. Lo real e imaginario se fusionaban en una sola experiencia. El alma de Gala Altagracia de las Mercedes Schnauzer brotaba del Oculus. Ladridos con sabor a oro y esmeraldas se fusionaban con los bosques junto a los frondosos pinos. Los gestos de amor, la generosidad junto a la abrumadora fidelidad de Gala brillaban por todo el espacio. Sus hermosos recuerdos, su potente coherencia al existir compactaban la nieve. Perfumaban cual Roger Gallet canino todas las coordenadas de aquél espacio. Como eternidad sus gemidos sonreían desde el firmamento. El alma escondida se esparcía, se adhería desde aquél mágico punto con el todo. Jacques Le Bon con dejo a presente reanudaba su trayecto. Con cada esfuerzo al desplazarse el dios de Baruch Spinoza le confortaba. En todo y todas las cosas.