El control es una ilusión. Sentirse independiente y no interdependiente un error. La autosuficiencia embestida del traje del ego y la grandiosidad lacera el alma. Nubla el buen tino y oscurece los sentidos que nos enaltecen y fluyen para hacer posible el a imagen y semejanza. Como ver y comprender la leyes inmutables que rigen el universo; sin conectar mi ser al todo, sin asimilar y poner en practica los principios espirituales. Somos seres espirituales, viviendo una experiencia humana. El frenesí por lo tangible, la bruma del control; el éxito mundanal que alimenta de manera sutil la caída confunde. La oscura soledad de lo relativo, lo pasajero del control y el poder terrenal, engaña y nos empequeñece. Robustecer la conciencia, asimilar la verdad esencial, procurar en armonía y complicidad con el universo consagrar el propósito; vivir los principios de aceptación, tolerancia, buena voluntad, humildad son brújula mística, para el que en la inmensidad de la real sabiduría; se da cuenta que nada sabe. El creador, arquitecto supremo del universo, en su magnánima enseñanza y sutil regalo del libre albedrío, nos coloca una y otra vez en el pupitre de alumno; en la hermosa posibilidad de trascender y rimar en un toque de cielos; la grandeza del genuino amor, lo hermoso de colaborar, junto a mis semejantes, para edificar y acrecentar este reino pasajero. La ciencia, con su adelante Houston; en la unidad y el poder de la colaboración a escala planetaria es ejemplo como las abejas. El ser, en la búsqueda de ese poder supremo, Dios amoroso y misericordioso; luz radiante que señala el camino, nutre el alma, resplandece en nuestro corazones como necesidad imperiosa. Adelante arquitecto, llévame con tú infinita bondad a tus brazos; a descansar en el eterno presente. A sentir, como títere agradecido, tus hilos sabios, la grandeza del reino del amor; desde este atemporal teatro, lleno de ilusorios momentos de preparación. Esa voluntad, como apunta Schopenhauer, en oposición a la razón. Esa nave, como microscópico chip diosesano-divino, que conecta a Houston; en la humilde sabiduría de saber y sentir, en procura de conjugar el hágase tu voluntad. Trágico no conectar, y perpetuar el limbo. No sentir el sereno estadio de la célula original.