Años ya sin embajador. Un encargado de negocios con ínfulas de procónsul, es la cabeza visible de la legación. Desde quizás la necesaria llamada telefónica republicana de Pompeo al tosco desatino diplomático de Uzra Zeya, el departamento de estado opera más bien como bomberos y fornidos policías de un viejo orden que se desvanece. Sin una aparente estrategia coherente de orden mundial. Los valores de la democracia con sus libertades, como estandartes supremos en el accionar del pueblo norteamericano, van cediendo a la firme imposición de los intereses de este caos global. Cede al poder del mundo digital en una hoy frágil democracia. Una sociedad dividida hasta en los más esenciales puntos de su contrato social. Hacer lo debido, por los debidos motivos es historia. Aquél imperio de la Post Guerra. Que reconstruyó y financió con su plan Marshall el mundo de Bretton Woods desaparece. Su otrora vivo ejemplo de capitalismo como faro del mundo libre se opaca. Firme prosigue el garrote sin charming ni generosidad. Firme dar la espalda a su patio trasero. El poco creer y apoyar a su vecina Latinoamérica como verdaderos socios, sin desconsideración y su real trato de desprecio.
Pelear con gigantes es locura, pero hay locuras necesarias para vivir en dignidad. Tragar en seco, hasta un punto. Mancillados por los deseos de imponer, habremos de proseguir defendiendo nuestra soberanía en todos los escenarios. La manipulación de los hechos. El traer y guardar viejos cucos a conveniencias y pugnas de intereses creados son símbolo de reales relaciones desiguales. El grande es el grande en el Mar y la Tierra. El que debe paga o ruega. El precio de la complacencia y el contubernio de poderes siempre es alto. No es lo mismo gringos vaqueros fronterizos arreando morenos en los límites del río Bravo, en defensa de su imperial soberanía. Que una pequeña nación del Caribe en una media isla, realice deportaciones de ilegales y se oponga a la construcción de campos de refugiados en su suelo soberano. El clima y la vastedad de recursos trazan la raya. Grande y chiquito sustentan la relatividad de las cosas. "En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira" dijo el asturiano Ramón de Campoamor.
A los americanos le importa un carajo Haití. Como tampoco le importa un carajo ese triste y salvaje pueblo a su propia élite gobernante. Jugar a la ignorancia. A los viejos juegos de la colonización en estos pueblos es aberrante. No existe posibilidad de una solución dominicana al caos haitiano. Jugar al juego político. A las argucias de la manipulación y la comunicación para rehuir su papel de imperio global es irresponsable y deshonesto. Los avances de la ruta de la seda China, junto a su socio Rusia y demás autocracias son reflejo del descontento regional. La maldita siempre realidad de estos países intrascendentes de tener que elegir entre, un cabrón o un hijo de puta, para alinearse. El país más racista del mundo no tiene fuerza moral para dictar pautas de convivencia. No tiene calidad para ello. No son ejemplo hoy de como se deben hacer las cosas. RD ha sido un buen socio. Siempre ha estado del lado correcto, de nuestros hijos de puta americanos. Mr. Thomas somos sus más leales amigos y socios de toda la región. Sentémonos pues. Bajemos el tono. Lea nuestra historia. Este pequeño David del Caribe se ha crecido siempre en sus más oscuras y aciagas horas. Toda nuestra solidaridad y apoyo a nuestro mayor emporio azucarero y sus 25,000 empleados. No podemos predecir el futuro, pero si decidir nuestro presente. Nuestros valores junto a la cultura que conforman nuestra nación reclaman nuestra firme respuesta y defensa. Patria o muerte.