Era un martes como si fuera lunes. Los últimos acontecimientos en Haití laceraban la relativa paz a Anselmo Paulino Roncones. El titular en la prensa de que el asesinato de 7 policías sería plan de oficiales le estremecía. El olímpico realismo de: esto no es asunto mío de la comunidad internacional (en escenario de conflictos de potencias hegemónicas por quebrar el orden establecido con tufo a guerra mundial) competía con la pregunta capicúa: Cual será la reacción en la frontera por parte de la población y los guardias ante una posible poblada en masa del vecino pueblo. Cuales serán las consecuencias de una jauría humana desesperada y un sálvese quien pueda se preguntaba Anselmo. Tembloroso, hasta con estruendos estomacales pasó la página.
Decidido a un cambio de atmósfera Anselmo Paulino Roncones se adentró en la prensa digital. Desayunaba plácidamente un huevo pasado por agua 6 minutos, una tostada integral, un puño de nueces con dos higos confitados, medio vaso de un zumo de naranjas recién exprimidas junto a un aromático café Monte Real. Cabizbajo punchaba su tableta para adentrarse al País, el liberal de la prensa de España. Dispuesto a reprogramar la mente. Eliminar las creencias sazonadas por el temor haciendo afirmaciones. Promoviendo la serenidad conocida a través de lecturas de buena voluntad. El aroma esparcido por el alma de caldos sustanciosos de letras con cultura. Soltó las noticias y se fue directo a la sección de cultura.
Jazz & Art rezaba el título del artículo de Mauricio Vicent. Este año el festival de Jazz de La Habana traía una novedad. Ted Nash saxofonista, miembro de la Orquesta de Jazz del Lincoln Center participó en la 38° edición de Festival Jazz Plaza de la Habana. Continuaba Anselmo Paulino Roncones en la lectura del artículo. Está versión del festival integraba a los estudiantes de música. Ted Nash los invitó al museo de Bellas Artes en La Habana. En el medio de la sala Wilfredo Lam se colocaron todos los estudiantes junto a Ted en forma de círculo. Ya todos colocados tras un silencio expectante, decía el parte noticioso, Ted Nash dijo sus primeras palabras: Muy joven en uno de mis primeros encuentros con el arte en el Guggenheim frente a un cuadro dejé que esta imagen fantástica me llevara de viaje. Fue en ese momento, hace más de 50 años, que comprendí por primera vez el poder transformador del arte. El gran arte puede hacer que tu imaginación cobre vida. Tras el preámbulo Ted Nash continúo para decir a los estudiantes: Quiero que cada quien elija un cuadro de estas magníficas obras de Wilfredo Lam. Luego se adentren a el en cuerpo y alma, para después realizar una composición musical. Una fusión creativa de la marca que les deja la obra a cada uno en sus almas, para luego expresar como producto creativo a través de su instrumento musical. Que novedoso pensaba Anselmo Paulino Roncones imaginándose aquél escenario.
Ya con un clima real y emocional agradable Anselmo Paulino Roncones proseguía con la lectura. ¿ A qué suena un cuadro de Wilfredo Lam? En la Habana a jazz afrocubano. Las palabras de Wynton Marsalis a propósito del festival en el artículo en cuestión resonaban con dulzura: Somos hermanos y hermanas del alma. Es importante que usemos las artes para cautivar haciendo conexiones y generar buena voluntad. Buena voluntad repetía Anselmo Paulino Roncones. Buena voluntad y honestidad lo más escaso en la era de la post verdad susurraba Anselmo Paulino Roncones. Extasiado. Cautivado por aquél ambiente de jazz tras la lectura, junto a la diosidencia de haber pasado el fin de semana escuchando la música de los músicos. Los resquemores del acontecer del vecino país para su patria, la séptima economía latinoamericana se desvanecían. Como mágicas notas, el saxo de Dexter Gordon interpretando La Sombra de tu Sonrisa, se esparcía por todo el salón como bálsamo de esperanza. Llegarán las fuerzas interventoras para pacificar suspiraba Anselmo Paulino Roncones.