In Poesía

ÁRBOLES & PARQUES

Gústeles o no. Fue él. El único estadista del arte de lo posible del siglo XX. El visionario que soñó su gobierno desde chiquito. El hacedor de las avenidas y las estatuas necesarias. El que le devolvió el brillo a la ciudad romántica y primada de Ámerica, junto a los ecos caribeños de Salomé. El constructor de parques, con sus generosos pulmones para la ciudad. Proyectó y vislumbró el crecimiento junto al espíritu del hombre del Vitruvio, con el ser y el ethos nacional en el centro. Con sus viajes diplomáticos como cortesano de la era, y su exilio triste neoyorquino. Nos sembró civilización, dotó de aire y esparcimiento la ciudad. Grande, entre la realidad de la fauna. El pequeño caudillo de Navarrete sobresale sobre nuestros tristes pseudolideres en lo público y lo privado. Montañas humanas de pigmeos de turno, que van a lucrarse y succionar la vaca nacional.


lo fácil, con el supuesto menor costo político. No tocar los intereses del rédito para volver. La solución más cómoda, como sello del alma del modus operandi nacional. El corto plazo que impera sobre el largo plazo.El parche y salir del paso, sobre lo verdadero y bien hecho. El supuesto cambiar todo para que todo siga igual, en un gatopardismo tropical con eterno aroma a hamaca y montonera. La decadencia de una triste ciudad, agotada por el caos de un desarrollo atiborrado de desorden con desenfreno. Tristes. Desconsolados por la pobre lógica política nacional. Impotentes le cantamos estos versos, de la más insigne e exquisita vate gallega, al Jardín Botánico Nacional:

Ya no mana la fuente
por Rosalía de Castro

Ya no mana la fuente, se agotó el manantíal;
ya el viajero allí nunca va su sed apagar;
ya no brota la hierba, ni florece el narciso,
ni en los aires esparcen su fragancia los lirios.
Sólo el cauce arenoso de la seca corriente
le recuerda al sediento el horror de la muerte ¡Más no importa! A lo lejos otro arroyo murmura
donde humildes violetas el espacio perfuman.
Y de un sauce el ramaje, al mirarse en las ondas,
tiende en torno del agua su fresquísima sombra.
El sediento viajero que el camino atraviesa,
humedece los labios en la linfa serena
del arroyo que el árbol con sus ramas sombrea,
y dichoso se olvida de la fuente ya seca.

PD: Sí Junot, a propósito de su mar de palabras, sin complejos de bovarismo pricemarsiano, ni telón, ni abismo abrazamos nuestra identidad, y profundas raíces hispanas junto al caudillo de Navarrete. Somos nuestra mejor cara y luminoso crisol en comunión a nuestra madre patria. De la mano de los hermanos Moscoso Puello; cantamos a la naturaleza, y vociferamos con realismo los versos de quejidos en cartas a Evelina.

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