Parecería se compacta la posibilidad de una intervención "internacional" en Haití. Con el aparente aval de la ONU de primera intención. Bajo el liderazgo de la República de Kenia del África Oriental, con más de 12,000 kilómetros de distancia de este Caribe frontera imperial. El presidente de Kenia William Ruto -quien tiene un doctorado en ciencias en Botánica y Zoología por la Universidad de Nairobi- habló del aporte de 1,000 efectivos policiales kenianos para dicha ocupación. Ya se han unido Jamaica y Bahamas prometiendo aportar soldados también. Esta iniciativa recibió el respaldo del CARICOM y la Secretaria General de las Naciones Unidas. Falta lo más importante, el visto bueno con su beneplácito, del Consejo de Seguridad de la ONU. Donde tanto China como Rusia con poder de veto, sopesan los juegos de la geopolítica y, lo estratégico en sus luchas por el poder hegemónico con los Estados Unidos de Norteamérica.
El presidente Ruto habló de solidaridad africana. Cultura y raza continental que tocó estas tierras siglos atrás con el vil negocio triangular de la esclavitud y, su consecuente génesis de la globalización. Con su posterior producto -como consecuencia de la vastedad ociosa de la acumulación originaria- de la revolución industrial con su estallido de riquezas exponencial. ¿Quien niega hoy el uso y abuso de la explotación como zapata del poder de las potencias y su mundo industrializado?. Solidaridad cultural y de razas habló. Un sentir a distancia ajeno a las antiguas metrópolis como la cabrona Francia, que cobró indemnizaciones hasta el otro día. Ajeno a las potencias del norte tan vinculadas por múltiples invasiones como Estados Unidos, o por la fraternité cultural del Canadá poblado de la élite intelectual de la diáspora haitiana.
Lo cierto que esta participación africana revive las posiciones del desaparecido intelectual haitiano Jean Price-Mars. Quien fue en sus obras abanderado en Haití del movimiento de la negritud, el cual descubría y revindicaba el valor de las raíces africanas de la sociedad haitiana. Jean Price-Mars fue el primer defensor del Vudú como una forma completa de espiritualidad con deidades, un sacerdocio, una teología y una moral. Enarboló el bovarismo colectivo, para describir la identificación de la élite haitiana con la parte Europea de su ascendencia y su rechazo de su herencia africana. Una élite que hoy, es peor que aquella de los tiempos de Price Mars. Pues son levantinos -piratas moros de eterna primera generación- sin ningún tipo de arraigo por su pueblo y cultura. Son las pocas familias levantinas dueños del poder y las riquezas, una reproducción del método de explotación de las plantaciones francesas. Ponen y quitan políticos. Barren todo lo que procure crear o fortalecer instituciones. Son el verdadero poder detrás del trono de las bandas criminales y todo el desorden que impera en aquél conglomerado humano que ocupa -por la decadencia imperial española cegada por el oro con feudalismo y la desgracia de las guerras con Francia- la parte occidental de la Hispaniola.
Con la clara manifestación de no ser prioridad para Occidente ni parte de su agenda el derrotero de la situación haitiana. Por las implicaciones geoestratégicas para RD como estado y nación. Por el imperativo de salvaguardar nuestra cultura y raíces que dan fundamento al nacimiento de la nación dominicana. Por el Dios, Patria y Libertad consagrado en nuestro lienzo tricolor bien vale recordar las palabras de Roberto Cassá en un análisis sobre Price-Mars: Pero el uso espontáneo del concepto "Raza dominicana" es ni más ni menos pueblo dominicano, integradora de todas las tonalidades de piel. Este concepto espontáneo concuerda con el ideal expuesto por Juan Pablo Duarte, al formular el principio de "Unidad de raza". Como lo explicó el doctor Alcides García Lluberes, el padre de la patria aludía tanto a una realidad empírica constitutiva del pueblo dominicano a través del mestizaje y, como un programa normativo para lograr una comunidad plenamente integrada, al margen de distinciones étnicas o de color, en sentido contrario al exclusivismo de la ideología racista colonial. Nada que ver, ciertamente, con la negritud revindicada por Jean Price Mars, acaso no ajena al apoyo que le otorgó el espantoso tirano François Duvalier. Apunta el doctor Cassá.
Sobre los dominicanos apunta Jean Price Mars: Ahora bien, en el otro campo, vemos que los dominicanos, en una exaltación de bovarysme colectivo, creían pertenecer a la raza blanca, dueña del universo. Se persuadieron de que eran blancos. Aferrados a dicho postulado, debieron creerse, como sus semejantes de igual especie, superiores al resto de la creación. Estás duras palabras del desaparecido intelectual Jean Price Mars imperan aún hoy en las mayorías del reducido colectivo de las élites intelectuales y del poder. El pueblo que cruza la frontera es una migración económica. Ingentes masas de miserables en busca de mejor suerte. Ante la posible llegada de contingentes internacionales con Kenia desde el África de líder, ojo al Cristo. Mucho cuidado con lo que pasará. Las bandas no los recibirán con flores. La posibilidad de explorar el mercado dominicano aumentan. El odio visceral de las mayorías de sus tristes clases dirigentes. La oscuridad espiritual del vecino pueblo desde su génesis independentista, con su nefasto liderazgo pueden promover y repicar su caos con destrucción en toda la Hispaniola. Pobladas violentas desesperadas. Anarquía colectiva infernal. Occidente harto y miope, habrá de emplearse ante las posibles consecuencias para su mayor socio comercial del Caribe. La Española se vate entre la civilización y la barbarie. Es RD la cristiana, la bienhechora de los valores de Occidente. La Atenas de las Antillas que ha logrado, a sangre y fuego, dejar atrás el olvido de nuestra vieja metrópoli desde las devastaciones de Osorio. Que con lágrimas, sangre y mucho sudor ha construido la mayor economía del Caribe.