Al despertar aquél tirano sabor amargo de la mascarilla China en toda la tráquea. El despertador marcaba las 5:07am. Inmediatamente Jacques Le Bon se incorporó a la vida. Que cosa extraña esto de dormir pensaba Jacques. Es como una preparación, un memento mori del desenlace final. Sueños dorados o pesadillas eternas. He ahí el paraíso o el infierno suspiraba. Era un martes cualquiera en la agenda de Jacques Le Bon. El día anterior habría tenido una conversación telefónica con el Ingeniero Garganta. Hombre de luces y una especie de Funes el memorioso tropical. Toda la conversación giró en torno al Foro Público. Aquella aterradora columna periodística de la Era de Trujillo. Por esas complicidades de dormir y la vida misma -habrá diferencia o todo es sueño se cuestionaba Jacques- toda su esponja sideral y sus conexiones versaban sobre los versos maliciosos del Foro Público del Jefe.
Al salir a desayunar el comedor con rastros diseminados de la decadencia de su amada perrita Gala. El tiempo, el inexorable desde la majestad de su poder hacia estragos en Gala. Ya no controlaba sus esfínteres y una ceguera repentina cual Borges canina limitaba su mundo. La bruma del calor de agosto forzaba la atmósfera. Tras disponerse a desayunar preparó unas tostas mediterráneas: con Ricotta, tomatitos, aceitunas Kalamata picaditas, albahaca con toque de oliva & sal marina. Cada bocado además de refrescante para los tiempos le producía un coito gastronómico a Jacques Le Bon. Tras el placer sorbos de un café Monte Real en maridaje con leche Asturiana le hicieron divisar los cielos del Serrallés. Toda la conversación con el Ingeniero Garganta surcaba las nubes.
Jacques Le Bon revivía aquella llamada telefónica: El foro público fue una poderosa herramienta de dominio durante la Era de Trujillo. Un método cuasi cartesiano donde todo un departamento en la oficina privada de El Jefe clasificaba, ordenaba, categorizaba y archivaba. Chismes de enemigos y futuros enemigos. Acciones y debilidades de afectos o desafectos al régimen eran meticulosamente ordenados y clasificados en folders personales. Un dossier e historia de vida de toda alma de escasa o cierta relevancia u incidencia en el quehacer nacional a la disposición del Benefactor de la Patria. El chisme como razón de estado para el chantaje y la burda manipulación según soplaran los vientos del interés o designios del cuatrero de San Cristóbal.
Como propaganda de estado a lo Goebbels toda verdad era relativa supeditada a los caprichos y designios del tablero político en el juego del tirano. La gloria o la desgracia de todo funcionario, servidor, suplidor o simple ciudadano estaba al tris de un foro público. El morbo con el miedo infundado en cada hálito, en cada espacio del territorio nacional esperaba la columna del foro público. La desgracia o la valía de cada ser para el régimen estaba supeditada a la voluntad omnímoda del padre de la patria nueva. Cuál big brother los oídos y los ojos del Jefe estaban en cada carta, cada llamada, cada resentimiento. Cada chiripero o pulpero de esquina. Todos o casi todos eran Calies para esa gigantesca maquinaria de chismes. Era el génesis del DNI con perfume de crónica rosa donde Trujillo desde su parnaso de poder vigilaba a los mortales.
La oficina privada del jefe era dirigida por un poeta. Autor de estrofas musicales como La Patria en la Canción y versos como Espigas Sueltas. Fue el único maestro Dominicano quien en vida llevó una escuela su nombre Ramón Emilio Jiménez. La capacidad para el pulcro manejo del lenguaje. La sensibilidad del poeta para desde su orfebre oficio de la palabra auscultar almas, plasmar sus carencias y debilidades en pro de la obra para el servicio e engrandecimiento del ilustre Jefe. Magna obra quirúrgica con bisturí de metáforas para cercenar toda privacidad e envilecer con oprobios u inventos dignidades. La condición humana y la moral supeditada cada vez se necesitase a la voluntad del supremo para pulverizar desde el morbo. Morbo que refrendaba sentimientos de ángeles a muchos que daban riendas sueltas al gozo ante la desgracia de otros desafortunados al favor de Chapita como arboles caídos. Hasta el mismísimo Anselmo Paulino Álvarez. Hombre de la alcoba del Generalísimo y único con bicornio como el Jefe fue víctima de un foro. Solo el Dr. Balaguer tras un foro fue directamente ante el Jefe a reclamarme y recordar que su honor era intocable. Al otro día publicó el foro una carta del Dr. Joaquin Balaguer, a la sazón secretario de Educación, desmintiendo el Foro Público del día antes. Dicen el cedazo intelectual de conveniencias antes de publicar era el director del Caribe a la sazón. Pero el dueño del circo. El poder que derramaba tanta tinta onerosa para derribar dignidades e hipotecar conciencias era al artista de la política dominicana Rafael Leónidas Trujillo Molina. Los calies o plumas al servicio como los Panchito Prats Ramírez eran servidores del régimen. Hostosianos como los Peña Batlle que desde el "no puede ser" y el combate a la ocupación imperial se plegaron a la dictadura del Mesías redentor de la dominicanidad. Impotentes o confusos endosaron la ignominia como mal necesario.
Me imagino el terror en los tiempos de aquella columna mascullaba Jacques Le Bon. Se juzga con facilidad pensaba. Habría que estar en aquellos tiempos y aquellas circunstancias. Pero ciertamente caramba el hartazgo espero tanto susurraba. Hubo de venir los problemas económicos tras la Feria de la Paz, la condición de paria internacional tras el atentado a Betancourt y la decadencia total con el trágico suceso de las Mirabal para parir el deseado tiranicidio por la libertad sentenció Jacques Le Bon. Hoy al refrescar aquellos hechos históricos y escuchar testimonios de primera mano hacía un símil y veía ese espíritu en las redes sociales, el mayor país virtual de los tiempos. El ethos Dominicano en mucha de su composición -sobre todo los que son más del decir que el hacer- refresca el espíritu del Foro Público en esa necesidad cuasi patológica de muchos enrostrar, señalar a otros sus propias miserias y bajezas en su frágil construcción moral. El chisme como razón de estado mora aún entre nosotros sentenciaba Jacques. El ruido ensordecedor de un delivery de colmado en su Honda 50 sin mufller quebró el momento. Jacques Le Bon se paró y desde el silencio inicio su agenda de un martes de Agosto.