GUSTAV KLIMT
En la contemplación de este inmenso austriaco, en el poder sublime de su paleta de colores, en la alquimia de convertir en oro las pasiones, el beso y el reposo del retrato, quién no se deleita ante este canto luminoso, quién no detiene su marcha para recibir desde los dorados cielos vieneses todo el glamour y el mensaje encapsulado de su obra, el retrato de una época esplendorosa, los Habsburgo, el destello imperial… Klimt es un derroche, un poema cromático, una luz esparcida en el Albertina, en Osterreich, en la Neue frente a central park, para desmentir la pequeñez humana, para recordarnos que somos Dioses a imagen y semejanza…