Tierras inhóspitas con aroma tribal. Afganistán ha visto saborear el polvo de la derrota en sus predios a casi todos los imperios de la humanidad. Los Persas, los Mongoles de Gengis Kan, los Británicos, la URSS y ahora Norteamérica. Pacientes, cual monje feudal desde sus cuevas, perseveran en la espera de la partida, uno por uno, de los imperios de turno. Su espacio geopolítico de una aparente irrelevancia es símbolo para los movimientos y cambios en el orden mundial. Sin acceso al mar solo fronteras. Poseedor de enormes riquezas en yacimientos de tierras raras, vital para los tiempos de la cuarta revolución industrial. -Ya China, el nuevo poder en ciernes, a propósito de tierras raras saludó los cambios en la nación del viejo Buda destrozado a la usanza oriental, y refrendó a las nuevas autoridades.- Mayor productor de Amapolas global, materia prima de muchos opiaceos como la heroína. Vecino de India, Pakistán, Arabia, ex repúblicas Soviéticas terminadas en Tan e Irán. Laboratorio del Islam como centro de dominio mundial financiado por las grandes monarquías Árabes como los Saudí. Estados con enormes riquezas petroleras hoy sin aparente futuro lo que produce nerviosismos y ansiedad a estás petro-economias. Hoy aquellos niños Talibanes que habían huido a Pakistán. Educados en madrazas desde una linea dura en la interpretación del Corán. Financiados y preservados por el Wahabismo musulmán y productores del terror religiosos como los Bin-Laden. Aquellos niños hoy hombres entran victoriosos 20 años después a sus tierras con su sharía y cosmovisión unipolar propio de su genética de tribus.
Más impacto para el posible futuro de choque de civilizaciones. El Islam recorre Europa como un fantasma y remueve el futuro del mundo occidental. Ante un futuro de petróleo irrelevante la fe en Alá procura mover montañas y antiquísimos statu quo de dominio imperial. Mientras hace apenas semanas Shamsia Hassani, hoy desaparecida, venía pintando en las paredes y era profesora en su natal Kabul. Sus trabajos de arte callejero, como embajadora del célebre Bansky en Afganistán, han embellecido los muros de Kabul bombardeados los últimos 15 años. Desde la clandestinidad, tras la toma de los Talibanes de Kabul, colgó Shamsia Hassani en su cuenta de Instagram: "La explosión en el aeropuerto de Kabul rompió mi corazón. Asesinó gente que solo deseaba ponerse a salvo de los Talibanes…… la pesadilla nunca termina." La poesía siempre detrás de la oscuridad de la vida en Kabul. Shamsia Hassani nacida en Irán pero afgana por herencia y cultura vuelve a suspirar este eterno retorno de tragedia en su frágil realidad de mujer parte de este conglomerado medieval. Los murales callejeros de Shamsia son un canto a la libertad. Sus famosos dibujos de mujeres de largas pestañas desafían con su actitud libertadora la retrógrada cultura talibana machista.
Con sed permanente y un sopor caluroso tras la incesante invasión de los polvos del Sahara. Las pestañas repletas de sueños y las Burkas de color con dolor de Shamsia Hassani penetran en mi alma. En un abrir y cerrar de ojos todo cambia para la mujer Afgana. Objetos de deseo y oscuridad con terror vuelven. Por esas cosas extrañas pienso en Haití al escribir estas lineas. Un paralelismo de tragedia e inviabilidad me secuestra. Las lágrimas de color y sentimientos de los murales callejeros de Shamsia Hassani por la triste condición de la mujer Afgana se funden con lo bestial del conglomerado haitiano desde dantescos murales reales de magnicidio, miseria, desgracia con sabor a magia negra y telúricos brincos de la tierra vociferando destrucción y oquedad. Apocalipsis con aroma a Brown sugar y la sombra de Makandal. Gloria in excelsis Deo.