Despertó con la mirada fija en el techo. El día anterior habría estado rumiando los caminos que sentenciaron el Fin de la Historia. Duró poco la alegría de un mundo unipolar y homogéneo. Se desvanecía aquella posibilidad de una sincronizada era global y un relato único para todas las civilizaciones. Mudo, Jacques le Bon se estremecía en la cama y dejo de pensar. Era martes. Reformas, contrareformas. Publicitadas futuras honorabilidades en el manejo de la cosa pública. La posibilidad de vender luz a Puerto Rico, en medio de apagones como aroma de surrealismo. Eran los temas que dominaban la opinión pública. Ni hablar de aviones y bajaditas.
Una hora después Jacques le Bon desayunaba prensa en mano. Un derretido en crujiente pan de agua con queso Gruyere, jamón el Cid Extra y dos rodajas de tomate era un oasis. Un escape de sabor para aligerar la realidad. La prensa nacional cacareaba reformas como un enema. Jacques le Bon comía y daba generosos sorbos a su jugo de Granadillo con leche. Exhausto soltó los periódicos nacionales y tomó la tableta. Se fue al Clarin en un viaje sin fronteras. Con aroma a Buenos Aires y la Patagonia, en una cultura llena de las contradicciones y cosas inversosímiles de los tiempos. Jacques le Bon entró en la sección de cultura para desintoxicarse. Desde una cámara imaginaria de Luis Buñuel leyó: El Pompidou inaugura una muestra deslumbrante para celebrar los cien años del Surrealismo. . . . . . . .
Jacques le Bon compartía como chip de robot chino imaginario de IA el texto de la redacción del Clarin: "Tanta fe se tiene en la vida, en su forma más precaria, que la fe acaba por desaparecer. Así comenzaba en 1924 André Bretón el texto fundacional del surrealismo, cuyo centenario celebra este otoño el Centro Pompidou de París con una laberíntica muestra que visita los principales ejes del movimiento.Vista del Centro Pompidou de Paris este martes, en el que dedica una gran exposición al surrealismo con motivo del centenario de la publicación del Manifiesto de André Breton. EFE/ Edgar Sapiña Manchado
Alrededor de 500 pinturas, esculturas, dibujos, textos, películas y documentos, incluidos muchos préstamos excepcionales, podrán verse en un espacio de 2.200 metros cuadrados hasta el 13 de enero de 2025.
Ubicada en el piso más alto de este museo de arte moderno y contemporáneo que cerrará sus puertas en 2025 para afrontar un quinquenio de reformas estructurales, la muestra incluye obras emblemáticas de esta corriente, como 'El gran masturbador' de Salvador Dalí o 'El bosque grande' de Max Ernst en el terreno de la pintura, o fotografías como ’El violín de Ingres', de Man Ray.
Estos y otros artistas de todo tipo de disciplinas, como Yves Tanguy, Paul Éluard, Luis Buñuel, René Magritte o Joan Miró, buscaron desafiar los límites del pensamiento racional a través de lo onírico y del subconsciente.
Para mostrar su mundo, el Pompidou no propone, por supuesto, una exposición al estilo tradicional, sino que esta muestra –bautizada simplemente Surrealismo– se despliega como un laberinto en forma de espiral.
Su centro y punto de partida es, precisamente, el manuscrito original del ’Manifeste du surréalisme' de 1924, que ha sido prestado para esta exposición por la Biblioteca Nacional de Francia.
La voz de Breton, recreada de manera artificial a partir de grabaciones de su época, recita ese texto de manera hipnótica antes de enviar al visitante a un viaje hipnótico que avanza por temáticas como el sueño, la quimera, la alquimia, lo erótico, la noche o los bosques de los surrealistas.
"Esta idea está obviamente ligada al mundo orgánico al que se refiere el surrealismo, que está muy habitado por las fuerzas y la energía de la naturaleza", explica Didier Ottinger, comisario de esta muestra junto a Marie Sarré, sobre la original construcción del recorrido en forma de espiral.
Contra el progreso occidental
La generación de Breton venía de sufrir y luchar en la Primera Guerra Mundial, recuerda este especialista francés y, por eso, para ellos "acabar con el viejo orden" y con un modelo de civilización que había entrado totalmente en crisis era una cuestión fundamental.
"Por ejemplo, fueron testigos de un giro en la técnica. Soñaban con aviones, pero los aviones se convirtieron en bombarderos; soñaban con coches, pero los coches se convirtieron en tanques", detalla Ottinger, que es director adjunto del Museo Nacional de Arte Moderno.
Pese a su espíritu transgresor, el surrealismo no emergió exactamente con espíritu de avance entre las vanguardias, sino más bien todo lo contrario, una rebelión contra el progreso.
Bebieron de las ideas, entre otras fuentes, de los románticos alemanes que habían hecho apología de la naturaleza frente a la industrialización.
Ellos, frente a la razón científica dominante, harán su apología del sueño y de lo inconsciente, en una suerte de defensa de un nuevo orden humano.
"Es más bien un paso atrás. El surrealismo durante mucho tiempo se ha pensado como un movimiento reaccionario. El término ha sido usado por grandes historiadores del arte", indica Ottinger.
Los motivos de ese razonamiento son estéticos, ya que es al final un arte figurativo que, como en el caso de Dalí, no duda en inspirarse en las técnicas de los antiguos maestros, pero sobre todo son filosóficos.Vista del Centro Pompidou de Paris este martes, en el que dedica una gran exposición al surrealismo con motivo del centenario de la publicación del Manifiesto de André Breton. EFE/ Edgar Sapiña Manchado
"Es un arte que cuestiona el modelo de desarrollo occidental, es decir, no cree en el progreso, no cree en el modelo de civilización propuesto por Occidente", sintetiza Ottinger.
Por su parte, Marie Sarré, comisaria de la exposición junto a Didier Ottinger, explicó: "Más que un dogma estético, que un formalismo, el surrealismo es una filosofía que reunió durante más de 40 años a hombres y mujeres que creían en otra relación con el mundo".
Global, longevo y feminizado
Para este centenario, el Pompidou se separa también de lo tradicional al ampliar las fronteras de los autores, décadas y geografías que había planteado hasta ahora en otras muestras sobre el surrealismo.
El retrato de la corriente surrealista que se plantea aquí es más global, ya que se sale del carácter habitualmente eurocéntrico con el que se mira al surrealismo, y también incluye a muchas más mujeres gracias a recientes investigaciones que reivindicaron el lugar de las artistas en este movimiento, al igual que en tantos otros ámbitos.
"Hemos querido mostrar que este movimiento no sólo tiene un punto de vista sobre el curso de la Historia, sus momentos críticos (guerras mundiales, la Guerra Civil española, el colonialismo…) y los movimientos políticos que desgarraron a Europa, sino también otra visión de la relación entre el Hombre y el cosmos", señaló Ottinger. "Su mensaje es uno de los más contemporáneos que podamos imaginar", agregó.Manifeste du surréalisme, de André Breton. Foto: Adagp, Paris, 2024 / BnF, Paris / Centro Pompidou.
Sarré recordó que la mayoría de los artistas del movimiento "tuvo la experiencia de las trincheras y cuestionó los valores del mundo occidental moderno, del Siglo de las Luces", como el racionalismo, el progreso, o la industrialización. Tuvieron "la intuición de que era urgente reinventar la relación con el mundo", sostuvo.
La exposición repasa la difusión internacional del surrealismo desde la década de 1930, con obras que muestran su llegada a lugares como Australia y traducciones de los principales textos de Louis Aragon y Breton en China. Se presentan obras de Rufino Tamayo (México), Tatsuo Ikeda (Japón) y Wilhelm Freddie (Dinamarca), entre otros.Sin título [Main-coquillage], de Dora Maar (Henriette Théodora Markovitch, dite). Foto. 40,1 x 28,9 cm. Foto: Adagp, Paris / Centre Pompidou, MNAM-CCI/Jacques Faujour/Dist. GrandPalaisRmn / Centro Pompidou.
También el catálogo hace mucho hincapié en las mujeres, con obras de la mexicana Remedios Varo, la británica Ithell Colquhoun la francesa Dora Maar y la estadounidense Dorothea Tanning, entre otras
"Todavía minoritarias en la década de 1920, cuando se fundó el movimiento, pronto se mostraron esenciales y encontraron un terreno para la emancipación. Su implicación irá in crescendo", explicó Sarré. Es el caso, por ejemplo, de la española afincada en México Remedios Varo, que es una de las pintoras utilizadas en la muestra para explicar el papel que la alquimia y lo esotérico tuvieron en el surrealismo.El ángel del hogar (Le Triomphe du surréalisme), de Max Ernst. Óleo sobre lienzo, 117.50 x 149.80 cm. Foto: Adagp, Paris, 2024 / Vincent Everarts Photographie / Centro Pompidou.
También va más allá de la frontera temporal de los años cuarenta, donde solían concluir todas las muestras sobre esta corriente, para descubrir obras de los años sesenta y setenta que siguieron poniendo en práctica los principios de este movimiento surrealismo.
Las obras de esta muestra deslumbrante, expuestas habitualmente en Madrid, San Francisco, Estocolmo o Nueva York, se reunieron en un formato reducido en Bruselas hasta julio pasado y, luego de París, deberá viajar a Madrid, Hamburgo y Filadelfia en 2026.
Museum, de Edith Rimmington. Pluma, tinta, gouache y acuarela sobre papel, 32.00 x 23.50 cm. Foto: The Estate of Edith Rimmington / Chris Harrison Photography, Holt. Norfolk / Centro Pompidou.
El surrealismo se disolvió oficialmente en 1969, pero eso no supuso el fin de su influencia. Sigue siendo una poderosa fuente de inspiración en el arte contemporáneo, el cine o la moda."
Con información de AFE y EFE.