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CUENTOS DE NAVIDAD

Le llegó la orfandad. Los círculos generacionales que concluyen, para dar paso al relevo. Pasar, porque lo nuestro es pasar ya decía Machado. Jacques le Bon era una máquina del tiempo. Un turbo poderoso mecanismo de pensamientos con ya más de cincuenta navidades. Esta, era una navidad diferente. De nostalgias y profusos recuerdos. De atesorar lo verdadero. Las huellas de amor imborrables en sus memorias de tantas ya navidades felices. De reencuentros. De compartir desde el gozo del nacimiento. De la redención ante la hermosa posibilidad de volver a empezar. Natividad, repetía Jacques le Bon junto a los cánticos celestiales de nuestro Mesías Salvador.

La orfandad le impregnaba de una soledad mística. Si bien le acompañaba la serenidad del deber cumplido. Ese sentir solo en el mundo, carente ya del puerto seguro de los viejos era un parte aguas. Un antes y después propio de la experiencia de vivir. A todo nos acostumbramos, susurraba Jacques le Bon. Somos animales de costumbres. Somos aprendices impenitentes de soportar perdidas y vacíos. Alumnos espirituales en la búsqueda de la trascendencia, que van llenando los huecos y las oscuridades propias. Día por día. Beso a beso. Junto a la brisa navideña, Jacques le Bon acariciaba su antorcha. Los versos del relevo generacional que destilaban gozo, con mucho compromiso, entrega, servicio, sacrificio y búsqueda incesante de evolución y crecimiento para la tribu.

Y vendrán los cuentos de Navidad. La camaradería genuina y auténtica. Lo verdadero y valioso. La ruta del Panettone que sofística. El aroma a jamón glaseado y pavo horneado. El poder de la ensaladilla rusa con tuna cantábrica. Los pastelitos de pollo y pasas, de queso y carne mechada. Su aroma en cada bocado, como sueños de tantos sueños y realizaciones en Navidad. La brisa. La furia de una ciudad ya desconocida y repleta de la nueva democracia con sus luces y sombras. Jacques le Bon reía junto a la crocancia de una torta imperial de turrón. Daba forward a la máquina de recuerdos desde la textura aterciopelada de un turrón de yema.

Cuentos de Navidad. Esos encuentros y reencuentros. Esas mesas ávidas de emociones, derramar amor y te quieros. La orfandad media sus posibilidades. Jacques le Bon soñaba ya más ligero de equipaje. Sentía tanto ya con tampoco. Pedía a Dios olvidarse para encontrarse. Lo simple se revestía de la mayor epopeya y trascendencia navideña. Dar sin esperar, repetía Jacques le Bon. Orfebre buscador de los manantiales. Los misterios cantaban villancicos. Los cuentos de Navidad eran el final de una jornada, de una vida que construye propósito con sentido. Los cielos se acercaban. El sueño eterno ya no era tan lejos ni distante. Con una brazada, y más cuentos de Navidad murmuraban las nubes como marshmalows derretidos en un chocolate caliente.

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