Era miércoles de Octubre. Sin embargo, el calor persistía provocando un sentimiento de verano. Anselmo Paulino Roncones abría sus ojos, junto a los soplos de su aire acondicionado. Maravilloso decía. El legado de Carrier a estos trópicos es invaluable mascullaba Anselmo Paulino Roncones. Dispuesto. En una atmósfera de aquí y ahora, se paró de la cama para pasar al baño e iniciar su húmedo ritual de una generosa ducha. Toalla en hombros, concluyó de acicalarse con cariñosos chorros de colonia 4711. Hoy me quedo en casa repetía, frotándose las mejillas con la emblemática fragancia. Al salir, Anselmo Paulino Roncones se veía a si mismo en el reflejo de los ojos de Claudia Pedralles. Claudia aún acostada, lo observaba con una sonrisa. Con ademanes de ternura y confort, deslizaba sus manos por su corta bata roja al mirarle. Buenos días mi amada Claudia, susurró Anselmo. Hoy voy a traerte desayuno a la cama, nos quedaremos aquí afirmó Anselmo Paulino Roncones.
Al salir le tenían ya toda la prensa desplegada en la mesa del comedor. Guardias abiertamente politiqueando. El circo de "presos" empieza aflojar en elecciones. A propósito de chivas amarradas y cómicos de Gurabo, el embajador dinástico Chino donaba equipos agrícolas y proclamaba la importancia de la productividad del campo nacional. Una misa de los productores avícolas, con los pies del altar lleno de cartones de huevos como ofrenda, era una imagen que valía más que mil palabras. El cándido cantor de Viena Zorrilla Ozuna apoya la reelección. Los presupuestos. Los gastos corrientes que suben y suben. La ausente inversión pública que no da ni para trillo. Los préstamos soberanos. El aniversario de Banreservas, el más grande y lleno del efectivo de esos préstamos con matices de una centrífuga de puestos de bolsa, fondos de pensiones, fideicomisos y fondos que producen más que riquezas ganancias en papeles vaya usted a saber a quién. Irán y submarinos nucleares judíos en el estrecho de Ormuz, con aroma a tercera guerra mundial y marcando la verdadera razón del Gaza de hoy con yacimientos de gas. Carajo la vida no vale nada gritaba Anselmo Paulino Roncones.
Con gesto, le volteó la cara a la mesa. Recordó que hoy desayunaría en la habitación. Ya en la cocina todo estaba decidido. Dos derretidos de queso Asiago con jamón el Cid, acariciados con mantequilla danesa en pan de papas Martins. lascas gruesas de nísperos fríos de nevera. Dos medios vasos de jugos de naranja y, dos cafés monte Perelló con chorro de leche asturiana. Con ansias y felicidad, Anselmo Paulino Roncones retiraba los sándwiches de la tostadora con los dedos impregnados del queso Asiago derretido. Tenía ya la bandeja lista. Le incorporó los platos, las tazas y los vasos. En una pequeña esquina en el centro, colocó en la bandeja un pequeño florero fino y transparente con agua y tres claveles brotados de vida con generosidad. Todo listo, cargo su bandeja rumbo a la habitación.
De camino pensó en el presidente de la república y, aquellas palabras del Doctor Moscoso Puello en Cañas y Bueyes: Ese es un mozo de porvenir. Dios quiera no lo echen a perder. Porque aquí, compadre, todo se malogra. Aquí no se puede andar por el camino. Hay que coger el atajo. Al llegar cerró la puerta y, se olvidó del mundo. Acostados, con la bandeja en el centro Anselmo Paulino Roncones y Claudia Pedralles comían y bebían sorbos aromáticos. Con el perfume de los pétalos pensaban en el cuerpo y el alma. Con candor lleno de sinceridad, sencillez y pureza del ánimo Anselmo Paulino Roncones besaba y frotaba la aterciopelada bata roja de Claudia Pedralles. Con calma desenlazaba el nudo y, se acariciaba a si mismo con el pecho exuberante de su hermosa mujer. Como metáfora, su cuerpo estaba en sombras como pétalos de rosa. La espiritualidad es desplazar los pétalos con amor, susurraba Anselmo Paulino Roncones en acción, descendiendo sus manos por toda la piel tersa de Claudia Pedralles. Con voz trémula. Con una humedad infinita se juraban amor. Oh señor, suspiraban. Sueño que sueñan y, sueño que nunca descansan en un candor de pétalos.