Surgió sin planificar. Por esos encuentros culturales místicos, repletos de energía y necesidad planetaria supe de la exposición fotográfica Down Under. Puesta en el museo de las Casas Reales Zona Colonial. Hacia las 10:30am me paré de mi escritorio. No solo de pan vive el hombre. Un llamado poderoso. Afrutado con gozo celestial me llevó a la ciudad de Ovando. Logré aparcar en un distante estacionamiento, terminó en bendición. Como un impulso primario u identificación con el destino saqué mi celular y congelé varias fotografías para la memoria y la posteridad. Caminé toda la calle las Damas y sentí en cada paso todo su esplendor y el peso de la historia. El olor a acontecimientos en cada piedra, en cada edificación con sabor a eternidad.
Los azulejos con la señal calle Padre Billini en pared de ladrillos me sonrieron. La fortaleza vertía La Sangre de Tulio Manuel Cestero en mi imaginario. Dos fotografías del Panteón de los próceres de la patria y los ladrillos del parque colindante extasiaron mi alma. Fugaces humaradas, gritos de machetes y bayonetas en mi mente recrearon las gestas de independencia. Al llegar a la antigua Real Audiencia un toro de mal gusto en la explanada, cuál veterano Osborne, me dio la bienvenida. El tiritar apacible del Ozama fluyó por todas mis venas con sabor a eterna presencia. Los recuerdos de juerga y sueños de patria con olor al Prócer juveniles surcaron todo mi hipotálamo. El Alcázar sin novedad, brillaba en toda su sencillez y esplendor.
Entré a la sala. Paredes blancas repletas de colores y olor a cultura me secuestraron. Fotografías con alma realizadas por debajo. Desde el sabor a tierra del suelo mostraban una Oceanía espiritual desde el click de una cámara fotográfica. Repleta de deseo y aires a humanidad. Lo exótico y el canto simple. El llamado de la lejanía hoy tan cerca desde la aldea global. La ópera de Sidney el azul de mares procelosos. La majestuosidad de la naturaleza tan fuerte y repleta de emociones verdes en esos predios de Nueva Zelanda y Australia. Su cultura, árboles y especies. Puentes con grietas y músculos tan humanos forrados de historia. El campo, sus manos, cascadas, ríos y montañas. Los Tótems, su mágica altura que acaricia cielos y derrama polvo de estrellas. Esta exposición es una sincera y hermosa invitación de la artista del lente Mary Frances Attias a visitar estas tierras místicas. Lejanas preñadas de belleza sin ruido y armonía continental. Altamente sugerida la experiencia. Dar riendas sueltas al gozo, romper la rutina. Deshacer entuertos y la bruma cotidiana desde la hamaca tropical. Fluir junto al lente de la artista. Viajar; soñar realidad y armonía en respeto al medio ambiente.