Ya La Francesa era parte del pasado. Nuevos aires en el local con un letrero Granier panadería, cedía el paso a un Santo Domingo en ciertas áreas con pretendidos aires cosmopolitas. Anselmo Paulino Roncones desayunaba plácidamente junto a su fiel asistente y amante Claudia Pedralles. El terrible calor de los tiempos les hizo abandonar la ciudad de Ovando desde sus últimos encuentros a mediados de junio. Granier, con potente aire acondicionado, era generoso lugar para desayunar con relativo buen servicio y las paredes transparentes con la prisa de la urbe a simple vista. Los cafés, los croissants, el pan de chocolate finamente hojaldrado y azucarado, junto a macizas tostadas de pan de nueces y pasas frotadas de mantequilla eran agradable desayuno. Lugar, ambiente y sabor con condiciones mínimas requeridas para Anselmo Paulino Roncones proseguir con la narración de sus memorias.
Días atrás Tomás Stuggart Al-Fayed le había enviado vía Whatsapp unos relatos de Saillant, el taquígrafo de Ramfis la promesa fecunda, sobre los acontecimientos del 14 de junio. Narraba este hombre querida Claudia, sobre el acontecer en aquellas fechas en la base Aérea de San Isidro. Dándole a Ramfis un papel de preponderancia. De casi hombre de estado a la sombra del "ilustre jefe". Narraba con pelos y señales, la participación de todo el entorno de amigotes del "General" en la tortura y masacre de los fallidos expedicionarios. Quienes junto a Abbes, hicieron y deshicieron como si fueran cucarachas humanas de expedicionarios como Ventura Simó sobre todo, su compañero de armas y de tantos otros parte de la juventud nacional dispuestos a quebrar aquel orden establecido. Lo extraño Claudia querida susurraba Anselmo, que este Saillant se insinúa ajeno. Fuera de todo accionar y participación. En cierto modo trata de exculpar a su jefe Trujillo hijo. Hace una narración donde parecería pasa factura. Solo eso. La "verdad" de las narraciones de casi todos los protagonistas de la "Era Gloriosa" se debe tomar con pinzas. Se deben pasar por el cristal de los intereses y los bandos. De a quien conviene o a quien perjudica. Nunca se sabe. Siempre ha habido realmente borrón y cuenta nueva como razón de estado con la bendición democrática de Bosch y Gaviño. Nunca se sabrá que fue mejor. Si realmente lo ideal hubiese sido la destrujillización radical aún pendiente, con los cívicos y los látigos del Dr. Fiallo (mal político pero de que nos han servido los "buenos" políticos) a la cabeza. Fíjate hoy el hediondo aroma a nietisímo.
Tras instalarse el Consejo de Estado presidido por Joaquín Balaguer, Rafael Bonnelly, Antonio Imbert, Luis Amiama Tío, Donald Reid Cabral, Dr. Nicolás Pichardo y el padre Elíseo Pérez Sánchez se iniciaron los aprestos desde el Ministerio Público de buscar hacer justicia. Sería a pocos días, el 8 de Enero 1962 que el nuevo Procurador General de la República Antonio García Vázquez anunció que gestionaba la extradición de Ramfis Trujillo Martínez, Gilberto Sánchez Rubirosa, Luis José León Estévez ( alias Pechito el mismo que se arrodillaba, daba golpes de pecho en la iglesia) y Federico Cabral Noboa. Días después mi querida Claudia proseguía Anselmo Paulino Roncones, el 15 de Febrero un cable de Upi desde París citaba que la Cancillería francesa confirmaba que el gobierno dominicano habría pedido la extradición de Ramfis y sus secuaces. Nada paso de ahí. Aquí desde la Independencia, pasando por la Restauración, hasta la Montonera previa a Chapita el Cuatrero nunca ha existido justicia. Nunca se han pagado las cuentas ni caído un régimen de consecuencias sobre los sospechosos habituales. Sobre los truchimanes depredadores del estado, embestidos en psicópatas mandamases bañados en hondos ríos de sangre. Solo el azar, el olvido, la providencia ha pasado factura a tantos hijos de puta.
En una breve pausa Anselmo Paulino Roncones levantó la cabeza para dar una mirada a todo el salón atiborrado de mesas llenas de personas en Granier. Miró fijamente al mozo y le hizo señas. Al llegar le pidió por favor tráiganos dos cortados más. Tras un breve silencio con sorbos de aromático café, Anselmo Paulino Roncones proseguía con sus memorias en un idílico contexto acariciando los muslos de Claudia Pedralles junto a su calor y exquisito aroma femenino a lavanda floral. Saillant es el mismo hombre decía Anselmo Paulino Roncones de aquellas cartas sobre el 14 de Junio. De tantas y tantas cartas a Víctor Sued y al propio Ramfis pidiendo dinero, pidiendo pasajes a París. Es tambien el mismo Saillant que se junta con Sánchez Cabral. El mismo que planifica con la supuesta bendición de Imbert, junto a un tal González Matalladero (asturiano sospechoso) para, en una supuesta trampa como Caballo de Troya de una entrega de álbumes ultra secretos y comprometedores a Ramfis en persona en París, secuestrarlo y traerlo a RD para sentarlo en el banquillo de los acusados en un espectáculo de las mismas dimensiones de los juicios de Núremberg.
El Eichmann dominicano le llamó Rodríguez Demorizi en su obra los papeles de Ramfis. Y es qué mi querida Claudia, el alma de Saillant es un sentimiento nacional. Es una doblez tan marcada en nuestro ethos. Es el sentir humano de nuestra persistente aún hoy arritmia histórica. Ese quebradizo punto donde todo se detiene. Esa pared de barbarie que los intereses con sus privilegios entorpecen todo cambio real. Es ese juego de los trópicos acariciando grandeza pero como burdo teatro, aferrados a los resultados y el sabor ancestral de la hamaca. Es esa posibilidad que se va dando a la fuerza y, por causas exógenas en lo económico pero que en lo político en lo referente al real crecimiento institucional da brega; mucha brega mi adorada Claudia. El verdadero contrato social siguen siendo las coimas, las botellas, las nóminas públicas, los privilegios y exenciones del status quo, el tráfico y el contrabando, las tarjetas solidaridad, las perdidas de las Edes vs. ganancias generadores, hoy los kilométricos subsidios tras la pandemia a casi todos los commodities etc etc etc.
Jadeaba y, daba sorbos Anselmo Paulino Roncones a un vaso lleno de agua con mucho hielo mirando las escotillas del aire acondicionado para continuar con sus memorias. Mi amada Claudia decía para proseguir con su narración: como Pechito tras succionar a Angelita I, a la Marchena y verse sin posibilidad de sobrevivir en su propia agonía y caldo de ignominia. Abandona este valle de lágrimas con un tiro de gracia preciso y conciso. Sin ya un norte o razón de ser, sin fin ni propósito. Sin ya poder joder ni vivir del cuento. Decide como Saturno, autodestruirse y joderse a si mismo. Suele ser la única metáfora estrambótica y poética de este Caribe insular capaz de cambiar rumbo como lo fue el tiranicidio. Para derramar justicia divina. Esa justicia que la realidad del desarrollo y la composición social del engranaje nacional siempre nos regatea.