Sin la sombra ignoramos el valor de la luz. La vida no es digna de ser vivida sino cuando la ennoblece algún ideal planteó José Ingenieros. El hombre mediocre es una sombra proyectada por la sociedad. Qué fórmula, que ingredientes conforman el ser de estas latitudes donde lo ordinario trepa el triste firmamento, y lacera el alma desde donde brota la luz y el canto celestial. Cuáles son los atributos o mediocridades comunes que viste a toda la clase dirigente nacional y maneja el péndulo de los destinos patrios. Muchas preguntas se hacia el Dr. Federico García-Grasa en medio de la noche junto al triste recuerdo del destierro del Prócer en el Orinoco. El perfil psicológico del protagonista en sus ideas se le manifestaba a todo color.
Frank Batista Broca pasó hambre. Saboreo por años las tierras agrestes de su Sur profundo. La malaria de un día a día con trabajo de sol a sol para sobrevivir. Sastre de esos de mal gusto y empuje de la necesidad. Pulpero a la carrera fruto de un par de miles de pesos, que con el fiao a los vecinos nunca suma ni progresa. El ejemplo de los gobernadores, senadores, síndicos, diputados. Las esfinges espirituales de las cúspides del modelo nacional: Los Trujillos, Santanas, Lilis y los Báez en cada sueño, en cada anhelo y deseo íntimo de ser. Frank calcinaba en el querer. Era feo, flaco y prieto. Añoraba concretizar sus sueños de pompas junto a buenas hembras en sus círculos imaginarios de grandeza. Se veía vociferando desde la gallera como retrato con sabor a cúspides helénicas rodeado de deidades como el Zar de su pueblo. En cada lágrima, en cada pausa de su odiosa rutina divisaba el carro de los triunfadores. Borrachos de poder y la gloria pasajera de estos trópicos. Harto del chen-chen, del maroteo, del arroz y la habichuela soñaba con el lujo y el placer. Un Carlos I y el poder.
Le llegó la oportunidad. La política como escalera social. Como el contrabando, el narcotráfico le enseñoreaba como espejo sus más caros anhelos. Don Frank Batista Broca le tocó el turno. Sentía el calor y la generosidad de las ubres del estado. Desde las entrañas dio de comer y beber a todo el politburó, a las familias; al mecanismo pues. Creo toda una red vertical donde desde la compra, el desarrollo, la planificación y ejecución de un proyecto eran parte de su economía de escala. Invitado a cumpleaños y cenas junto a los magnates del stablisment nacional Frank humedecía sus entrañas repleto del éxito de estas latitudes. Nunca leyó proverbios del Rey Salomón; mojaba sus labios todos los días con mujeres extrañas que destilan miel. Las alturas nublaron sus humildes orígenes.
Era Frank Batista Broca un hombre ordinario. Muchos en toda la geografía aspiraban a ser él. El estado es sus hombres; con sus ideas, sus voluntades y su esencia. El hombre ordinario triunfa. Lo ordinario es lo extraordinario, solo se necesita mirar el mapa social de los dirigentes. El oscuro reflejo de sus espejos en su apestoso resplandor a toda la sociedad. Ordinarios tiempos en la era digital. Repetía y suspiraba García-Grasa junto al lema de la bienal de Venecia: que vivas tiempos interesantes, con un dejo a frustración. Nunca es más oscura la noche que cuando va a amanecer. Crecer con desarrollo real; que más que tener es ser.