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BIENAL DE VENECIA

Jimmy Hoffa González suspiraba desde el taxi marino. El particular olor del mar Adriático, la vista camino a Venecia bordeada de palacios renacentistas y góticos junto a los techos del palacio Ducale le impregnaba una atmósfera de arte y belleza a su día. Una obertura al estilo de la opera Wagneriana con canto majestuoso, una línea melódica noble, pero el aliento de poca duración a la usanza italiana. Era verano y los rayos del sol resplandecían sobre todo el mar. El bullicio chirriante de la manada de turistas brotaba como vapor al llegar al gran canal. Su habitación en el hotel Danieli le aguardaba.

La bienal de Venecia le extendió una invitación a la revista cultural La Voz del Trópico. Jimmy era editor de su sección sobre arte, y haría un reportaje sobre la bienal. Al llegar a su habitación deshizo maletas, un agradable olor a agua de Parma brotaba por toda la habitación. Sonó su celular. Soy Zamantha Petrov, le llamo de parte del curador Ralph Rugoff. Le espero en el lobby para ir a almorzar. Bajo en 5 minutos respondió. Jimmy tomó sorbos de una refrescante agua con gas, se dio un leve aseo, se deleitó con la hermosa vista del ventanal y bajó. Camino al almuerzo pasaron por la plaza San Marcos. El salón más bello de Europa, como le llamó Napoleón. Un derroche de belleza, fino símbolo del buen gusto de la arquitectura italiana.

Era la una de la tarde. El restaurante elegido Da Fiore. Discreto, fino, con profuso olor a experiencia, encanto señorial y sabiduría. La mesa les aguardaba. Samantha preguntó: que vino deseas. No tomo alcohol dijo Jimmy, por favor agua con gas. Verdad dijo Samantha, quieres yerba o coca. No gracias le respondió Jimmy. Mi nota hoy es espiritual, deje de evadir ya no trastoco la realidad. El menú del día sugerido era un canto de dioses latinos: Burrata y caviar, Ostras fritas con salsa zabaione, camarones de Mazara con crema de espárragos y Taquiatelle con guisantes de Abril. Espectacular, un canto gregoriano al paladar y al placer de vivir.

Al llegar a la bienal saludó a su director Ralph Rugoff. El lema de la misma surcaba los arcos de la entrada: Que vivas tiempos interesantes. El curador norteamericano se impuso no exponer a un elenco de artistas muertos. A fin de reforzar la conexión contemporánea y evitar la complacencia ante los venerables. Bastaba la colección de Peggy Guggenheim por todo el firmamento de Venecia. Al adentrarse unas enormes fotos secuestraron a Jimmy Hoffa González, sintió un hermoso frío por toda la sala. Eran fotos de Martine Gutiérrez cuyas enormes fotografías de mujeres en su obra: Body en Thrall, resaltaban en el Arsenale. Repletas de luz, preñadas de lo contemporáneo. Esta artista trans latina radicada en New York no podría serle indiferente a nadie. Llena de glamour expone el legado de la cultura india Maya, la exploración del indigenismo y la permanente evolución del individuo. Toda una visión, una apertura, una provocación forradas de sabor a ser humano.

En busca de tiempos interesantes pensaba Jimmy. Su artículo sobre la bienal le tiritaba por todo su hipotálamo. Martine Gutiérrez le brotaba con todo su arte como símbolo del mundo de hoy. Venecia seguía resistiéndose con una majestuosa decadencia al azul profundo del Adriático. El profuso sabor de su propia labor comiendo sus costas día por día. Tiempos modernos que el lenguaje del arte vocifera en toda su desnudez. El vacío y la soledad de sentidos.

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