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EL JARDÍN DEL EDÉN

Era Junio de lluvias con una densa bruma de calor. Las puertas corredizas del balcón de par en par era un aliciente para combatir los tiempos. Jacques Le Bon desayunaba. Un plato con pequeñas porciones de lechoza, piña, mango acompañado de nueces, poco de pasas y tres ciruelas le era gratificante. Un huevo pasado por agua 6 minutos, una rebanada de pan 7 cereales, media copa de zumo de naranjas y un café con leche completaba su desayuno. Sentado la vista de grises cielos y de frente toda la prensa nacional. Flaca ella, con escasez de información estimulante.

Resaltaba la noticia de la cumbre del G-7. Las siete naciones más poderosas e industrializadas del mundo libre se reunían en Cornualles, en el suroeste de Inglaterra. Tras dos años sin verse en persona por la pandemia, la tarea se ha amontonado para los líderes del G7, que deberán afrontar desde la urgencia por vacunar a todo el planeta, buscar la nueva ruta del multilateralismo para dinamizar sus instituciones llenas de obsolescencia, hasta tocar tierra ante la realidad del nuevo orden mundial y las ya concisas amenazas imperiales del poderío de China y Rusia al mundo libre con tufo a la vieja guerra fría; tal cual provocaba la lectura del parte noticioso.

El gran ganador de la pandemia ha sido China pensaba Jacques. Esta crisis sanitaria mundial es un antes y después para el ascenso imperial de la China de Mao Tse Tung. En un ritual de preguntas Jacques inicio un monólogo de cuestionamientos consigo mismo: será este virus además de procedencia de fabricación China. Ya Rusia pasó a Arabia como mayor productor de petróleo, es el mayor productor de gas natural y firmó acuerdos de suministros energéticos con China por USD$400,000 millones. Dos estados autoritarios con muchas similitudes e intereses con aroma a ruta de la seda como socios estratégicos. El comercio mundial sufre. Pero más los consumidores. La imprenta del dólar no cesa promoviendo desde su abundancia inflación. Los feroces navieros se aprovechan y quizás hasta son parte de una geopolítica  que busca encarecer los productos Chinos ya dominantes. Proseguía Jacques Le Bon con sus preguntas y comentarios: Todas las naciones poderosas de la sociedad abierta son culpables del despertar del gigante dormido como sentenció Napoleón Bonaparte en el siglo XVIII. El hoy imperio Chino es mucho más rico y poderoso pero siguen siendo poco transparentes, deshonestos y con dificultad para la empatía colectiva. Desde aquél acercamiento a occidente y toda la visión de Deng Xiaoping – si es gato caza ratones sin importar el color- China no ha parado de crecer y desarrollarse como potencia económica y ya nuclear. Todas las cadenas de suministros, prácticamente todos los productos del comercio mundial dependen o total o parcial de la industria China. Occidente los educó en el capitalismo, les regaló el conocimiento, descanso por décadas enriqueciéndose y practicando el oseo-rentista a expensas del aparato esclavista industrial de la China. Hasta componentes estratégicos como los microprocesadores, chips, IA y la red 5G están ya sobre sus dominios y férreo control.

La pandemia ha sido un acelerador de los cambios tectónicos en el nuevo tablero del poder mundial susurraba Jacques Le Bon. Tras la caída del muro de Berlín y con el favor de los dioses el derrumbe socialista, la sociedad abierta se durmió en sus laureles. El instinto voraz perdió de vista el fortalecimiento institucional. La justicia y el imperio de la ley a escala planetaria que tanto observó Adam Smith. El liberalismo de la mano del capitalismo, el menos malo de todos los sistemas, no evolucionó en los cimientos de sus instituciones de la post guerra de libertad y justicia, no rebasó los vicios de la libertad económica como los monopolios, deseos oligopólicos de dominio y sumisión popular en las empresas de la era global. Esos y demás errores propios de la especie humana que son naturaleza exacta y solo frena el imperio de la ley. Dichas instituciones enclavadas en el mundo de Bretton Woods llamadas a ser voceras e intelectuales de los tiempos no han logrado adecuarse a las necesidades y los requerimientos del mundo de hoy. Sus errores de burocracia parasitaria inoperante,  como toda empresa humana, han llevado a vastos segmentos de las poblaciones a añorar el llamado de la tribu. Los regímenes totalitarios, las economías planificadas, el fantasma del comunismo. China y Rusia son hoy estandartes del éxito del poder absoluto, de las supuestas bondades de las economías planificadas, de la necesidad de precarias libertades, férreo control de la información y de la población. Putin su Zar de los tiempos. Xi Xinping junto a su partido hegemónico señores de horca y cuchillo del progreso y el avance imperial.

Choque de civilizaciones. La libertad y la sociedad abierta tambalea. La oscuridad milenaria de la muralla China ausculta el mundo con hedor a opio y sed de dominios. Tras un viaje por el mundo noticioso Jacques Le Bon saboreó sus últimos sorbos achocolatados de su café Monte Real. Lo cierto -masculló- es que damos gracias a los Chinos desde está frontera imperial. Si bien es cierto cada vacuna de Sinovac cuesta USD 20.00 ( los Chinos no dan ni la hora) cada una -Carajo hace años no nos venia nada gratis desde el estado dominicano- hemos tenido abundantes vacunas, bien escaso en estos tiempos, gracias a Xi Xinping y su politburó de poder.

Las declaraciones de la OTAN de que China era una amenaza para su seguridad. El anuncio de la alianza atlántica para poner en marcha un proceso de adaptación para mejorar su respuesta ante desafíos como la agresividad de Rusia, los ciberataques o el cambio climático son más que bienvenidos en estos lares también. Aquí los que buscan la sensatez somos pro americanos carajo suspiraba Jacques. Somos miembros de la sociedad abierta desde nuestra hamaca con aroma a cocotales.

La diplomacia criolla habrá de campear conveniencias y realidades. Siempre con los principios que muy bien le puntualizamos a la triste Nicaragua. Gracias a los Chinos pero de lejito. En las imágenes de la cumbre del G7 en Cornualles y la reunión de la OTAN en Bruselas, hacemos votos para impregnar en sus deliberaciones y decisiones con la presencia de los espíritus – junto a sus ideas que han sido y son las que mejor han funcionado como motor de nuestro enorme progreso como humanidad- de los Raymond Aron, Friederich Von Hayek, Karl Popper, Isaiah Berlin, José Ortega y Gasset junto a la mano invisible de Adam Smith. Al llamado de la tribu lo habremos de combatir con más libertad, más comercio, más laissez faire-laissez passer y mucha fortaleza institucional tal como nos comparte con enorme agudeza y fina prosa en su libro autobiográfico intelectual el premio Nobel Vargas Llosa.

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