La caída del muro de Berlín definió de manera total, la supremacía del capitalismo en todo el globo terráqueo. El ascenso vertiginoso de las leyes del mercado, y la categoría de absolutas a las ideas de Adam Smith; devino en los perniciosos excesos; cuando una sola verdad secuestra todo el firmamento. Crisis financieras, los golosos tentáculos de las poderosas multinacionales, arroparon la concentración de las riquezas, pasando a suplantar el poder político e imponer el orden hegemónico de las tras nacionales. La idea plana, de la interacción de todas las naciones se acaricia con la globalización y sus consecuentes libres mercados. El temor a la sobre población , magistralmente plasmada por Malthus , quedaría atrás con la enorme y global productividad del gran capital. Hoy, vemos como la locura de la sobre población se cierne sobre la sostenibilidad del futuro de la especie , la idea de una aldea global, y unas relaciones planas entre toda la humanidad, se siente en una profunda crisis, ante un real e inminente choque de civilizaciones, tal como apuntó Samuel Huntigton. La cuarta revolución industrial, y el proceso de robotizar la producción , a hecho revivir el fantasma del desempleo y las hambrunas por todos los países industrializados, trayendo miseria, ansiedad y terror sobre el futuro y la calidad de vida de la especie; la epidemia de opiáceos en todo el midwest norteamericano es un símbolo, como el temor de los taxistas del mundo, ante el eficiente y puntual servicio de Uber. En este clímax de desintegración socio política del capitalismo , con visos autodestructivos ; quizás debido a su propio éxito, tal como sentencio el inmenso economista Joseph Schumpeter, hacia donde vamos; una destrucción creativa, a la espera de nuestro Leonardo da Vinci para liderar este génesis de un nuevo renacimiento, o el ocaso de la humanidad, los finales de la especie Homo Sapien en la tierra . Barcelona, hermosa y generosa ciudad, capital de Catalunya y cuna de los valiosos aportes de Antoni Gaudí , tras los atentados de ayer, nos mueve  a una profunda reflexión . Mientras aquí , en este hermoso Caribe ,microcosmos del tercer mundo , observamos los hechos desde nuestra proverbial intrascendencia;magistralmente retratada por la cúspide de nuestros últimos y nefastos  acontecimientos tras los vientos carioca, en aquella fotografía de nuestros llamados" notables" , en aquella comisión , que debió derramar vestigios de institucionalidad y reafirmó la realidad nacional. En la locura de concentrar y acumular; los individuos, las naciones y el poder global de las corporaciones se han olvidado de vivir, de aquel poderoso axioma, sin jardín no hay flor.