La buena vida es una forma de pensar. En un mundo de constante policrisis tras la pandemia, procurar vivir con sabiduría es necesidad imperiosa pensaba Jacques le Bon. Quizás siempre lo ha sido. Despierto y dispuesto. Con bríos y apetito disfrutaba su desayuno a las 6:21am: Tosta de aguacate con oliva y sal marina, en acompañe de tiernos filetitos de boquerones del Cantábrico repletos de omega 3. Café y medio vaso de jugo de naranja era un clímax perfecto junto con la prensa y, las leves brisas de los cielos del Serrallés.
Día por día un terror, un malestar noticioso suplantaba al otro. Tras la reunión de Erdogan con Putin, el Zar ruso se negó a restablecer el corredor de cereales. Que por supuesto afectará a los pobres. Los dueños de los grandes campos de cereales en Ucrania, como Blackrock o el Complejo militar Industrial en la continuidad bélica, están sembrados donde se guisa. Apuntalando sus estados financieros sin nervios ni sentimientos. Naturaleza exacta, que no es buena ni mala susurraba Jacques le Bon. Pasando páginas, junto al delicado sabor de su tosta de aguacate, el parte noticioso del patio era un primor. La cámara de cuentos se enfriaba, pasando al olvido. Las palabras del ministro de Educación, ante la embestida de las castas editoriales del negocio del libro eran una belleza: Es un problema fundamentalmente económico. El año pasado el Minerd pagó RD$3,800 millones por los libros digitales de preescolar y no se usaron nunca; estaba pautado pagarse una adenda de RD$800 millones para libros complementarios de primaria y también los de secundaria que eran RD$1,800 millones. En total hablamos de RD$6,400 millones. En cambio, prosigue el Ministro, mediante el proyecto Libro Abierto, la institución invirtió menos de RD$1,200 millones, haciendo todos los libros en formato físico y digital, lo cual implica un ahorro de RD$5,200 millones de pesos. Prosigue el ministro Hernández con sus declaraciones: Ellos pensaban que el ministerio de Educación era como una gracia de Dios, la cual se debió expresar el año pasado, este año y los que vienen. Jajajaja sonreía Jacques le Bon con estas declaraciones del ministro, los trujillines en todos los espacios del acontecer nacional que reclaman la "propiedad" de su teta en la vaca nacional. Respiraba Jacques con el recuerdo de los subsidios y las eternas exenciones a sectores u intereses determinados favorecidos.
Enojados. Mundo de enojados vociferaba Jacques le Bon. Recordaba a Mafalda y, por momentos pedía también apearse de este mundo. Ya en los inicios de la faena, Jacques le Bon dejaba a sus hijos en la escuela a las 7:00am, para enfilarse hacia el microcosmos de Villacon a sus lides comerciales. En compañía de si mismo y, los elevados de la Kennedy desplegó su celular y conectó al bluetooth del vehículo. Entró a Spotify e inmediatamente buscó la novedad. Angry, lo nuevo de sus majestades satánicas, The Rolling Stones empezó a sonar. Mick Jagger, Keith Richards y Roonie Wood con casi todos ochenta años volvían a grabar. "Con enojo, por caminos separados, en estado desesperado, con el lobo en la puerta con los dientes", esta icónica banda no se rendía. Se burlaban de la continuidad de la estupidez humana y, de si mismos. Le cantaban versos a la chica enojada como si fuese la madre tierra. Junto al atemporal rhythm and blues de los Stones, repetían "no te enojes conmigo. Sigo tomando las pastillas y me voy a Brasil". Con el aroma de Múnich, aquél mundo de la post-guerra de los Stones, Pink Floyd florecía como el eterno retorno. Jacques le Bon escuchaba nueva vez a los Stones en un mundo aún hoy, más inseguro y hostil. Un ser humano en general con más de todo lo visible, pero más enojado e insatisfecho.