Con apenas tres semanas de diferencia, dos altos funcionarios del gobierno norteamericano visitan Pekín. Primero el Secretario de Estado Antony Blinken y, ahora la Secretaria del Tesoro Janet Yellen. Lo cual parecería, en el lenguaje diplomático, una clara fase de reconstrucción de relaciones. El Primer Ministro de China Li Qiang comparó el viaje a Pekín de la Secretaria del Tesoro estadounidense Yanet Yellen con un arcoíris que aparece después de la tormenta. Estando en Pekín la jefa del Tesoro de la nación más rica y poderosa declaró: creemos que el mundo es lo bastante grande para que nuestros dos países prosperen. Continúo a seguidas Yanet Yellen: Los dos países tienen la obligación de manejar responsablemente esta relación, encontrar la forma de convivir y compartir la prosperidad global. La señora Yellen no dejó de señalar lo que llamó practicas comerciales injustas por parte del gigante asiático. Como tampoco el Ministro chino Li Qiang dejó de señalar el cerco occidental a China para acceder a tecnología de punta necesaria para su desarrollo continuo. Todo parece, lo que se sabe a voces, qué ambas naciones se necesitan mutuamente. Qué ambos gobiernos deben necesariamente acoplar diferencias, para ver el jardín más allá de la flor.
Una esperanza diplomática se cierne sobre el horizonte para toda la humanidad. De estas relaciones bilaterales sino-estadounidense se definirá la geopolítica con su nuevo orden mundial. Rusia hoy se siente debilitada. Positivo para el mundo libre y la libertad que Occidente promueva enfriar el acercamiento de Putin y Jinping. Arrinconar a Putin y poner a China a elegir reencausar el camino desde lo que verdaderamente ha hecho grande a China. Restablecer una agenda que primen los intereses mutuos con una filosofía ganar-ganar, con un nuevo organigrama de reglas claras será vital. Occidente luce hoy más compacto. La cumbre de Vilna de la OTAN que inicia hoy, es de enorme trascendencia para la construcción forzada de la nueva paz y un nuevo futuro para la humanidad. Tal como plantea el Clarín de hoy: Con el guiño turco, Suecia (Que entrará hoy formalmente a ser miembro de la OTAN) será el estado número 32 de la Alianza Atlántica después de siglos de neutralidad militar. La entrada sueca es un cambio geoestratégico importante. Con la reciente entrada de Finlandia, la OTAN convierte el Báltico, que siempre se vio como un mar compartido, como un mar interior. Prosigue el análisis del Clarín de Buenos Aires: Sólo el pequeño acceso ruso en San Petersburgo y el enclave de Kaliningrado no están controlados por la OTAN a partir de ahora. Con Suecia se gana en profundidad estratégica y el país no llega con las manos vacías. Suecia tiene 50,000 soldados (un Ejército de tamaño considerable en proporción a su población) una industria militar de las más modernas de Europa (que produce su propio material, incluso aviones de combate) y es con Dinamarca la puerta de entrada al Báltico. En el norte tiene a su flota naval muy cerca de Rusia. Suecia aporta además la isla de Gotland, situada en medio del Báltico y que se califica como un portaviones imposible de hundir. Es un enclave precioso para controlar el tráfico aéreo y marítimo de toda la región y para captar comunicaciones. Así finalizó el análisis del Clarín.
La suerte está echada. Occidente, hoy reunido en la ciudad de Vilna en Lituania bajo el paraguas militar de la OTAN, no puede dar marcha atrás. Putin debe ser derrotado en Ucrania. Tras el deseado fin de la guerra, Ucrania debe formar parte de la OTAN. Una guerra fría consensuada, en una especie de nueva conferencia de Yalta, puede dar riendas sueltas a las humanas apetencias dentro de un orden establecido. Ha llegado la hora al pretencioso Zar ruso. Con la chispa del cocinero y ex presidiario Prigozhin, ahora oligarca, y las sospechosas milicias Wagner. Con el disgusto de tantos oligarcas ante esta indeseable guerra para sus intereses. Habrá el mundo que proyectar su futuro sin la presencia de este viejo reducto de la KGB de la vieja Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.