Con ya casi dos años en la Casa Blanca, Joe Biden aún no se había reunido cara a cara con Xi Jinping. Ayer, previo a la reunión del G20 en Indonesia, los jefes de estado de las dos potencias sostuvieron una reunión a puertas cerradas por espacio de tres horas. Previo a este encuentro, sus acercamientos habían sido solo telefónicos o videoconferencias. El mundo esperaba este encuentro. La humanidad ansiaba este necesario estrechar de manos de estos líderes de tanto peso y trascendencia para los destinos del mundo. Las mutuas provocaciones. La exhibición de músculos y fuerzas ante una posible confrontación. Los movimientos tectónicos geopolíticos. Las democracias imperfectas vs. las autocracias necesarias socavan el orden establecido, con las manos derretidas de egos en los botones nucleares.
Ensanchar las fronteras Occidentales con la OTAN en las límites de Rusia un error. Esta provocación trajo el G2 China-Rusia que, con tanta vehemencia e inteligencia habían logrado desunir Kissinger-Nixon. Esta unidad ha sido detonante para la recomposición en el tablero geopolítico del Pacífico, hasta para la diplomacia neutral India. La disrupción de la pandemia fue excusa perfecta para empujar las fronteras y provocar un nuevo orden mundial. Excusa como anillo al dedo para el Zar Putin, en contubernio de los no alineados, para invadir Ucrania y sembrar el caos con aroma a nueva guerra fría con un naciente mundo bipolar. Dos mundos. Dos sistemas. Visiones políticas con cultura y filosofías opuestas. Imponer la democracia en China y Rusia absurdo. Avasallar al mundo Occidental con la ruta de la seda imperial del Mandarín Xi improbable. Donde está el punto medio. Donde está el equilibrio necesario. Solo el diálogo. Las negociaciones y los acuerdos como los de la post guerra han demostrado efectividad en el progreso innegable de los últimos 75 años de todas nuestras civilizaciones. Es en la mesa con la voluntad de la conquista y de ceder donde la humanidad ha logrado trascendencia.
La globalización hace aguas. El sueño de gobierno global con sus instituciones es quimera. Lo multilateral pierde en los desencuentros disruptivos de la sociedad líquida de la post verdad. Los bloques y las alianzas estratégicas regionales renacen. Las fronteras florecen ante el terror de un inminente mundo desconocido. El poder económico chino afecta. Molesta sobretodo a quien lo alimentó y lo promovió como mano de obra barata para ensanchar la plusvalía del gran capital global. El tercer período del Mandarín Xi es símbolo. Como la expulsión de Hu Jintao del congreso y politburó Chino termómetro del recrudecimiento absolutista en la China del nuevo mesías a lo Mao Zedong. Un mundo, dos sistemas. Reglas esenciales generales con normas particulares regionales. Lograr mínimos acuerdos desde la aceptación de las diferencias entre el timonel Xi Jinping y el presidente Joe Biden necesidad. Trascender en pro de la paz, por y para la continuidad de la especie básico. Enfocarse en lo que nos une desde el respeto y la mutua reciprocidad siempre es posible. Nunca estuvo el mundo tan necesitado de estadistas, acuerdos, claras reglas establecidas y renovación de normas básicas de convivencia.
Mientras en la Hispaniola hacemos votos por el entendimiento de ambos líderes. Más allá de Taiwán y Ucrania. Con pandemia o sin pandemia. Con aranceles o no. Con ciertos deseos de rupturas comerciales definitivas que promuevan los nearshoring en estás latitudes caribeñas o la vuelta al status quo del liberalismo. Vemos con agrado este apretón de manos Sino-Norteamericano. Todo el rumbo del mundo actual en realidad tiene mucho que ver con estas relaciones bilaterales de las ya dos grandes potencias mundiales. Hasta el rumbo de Haití, nuestro vecino conglomerado humano fallido. La posibilidad de una intervención de la comunidad internacional pasa por el peso de estas relaciones y el consejo de seguridad de la ONU. Posiblemente ayer ambos jefes de estado trataron el tema Haití en su encuentro de tres horas. Aunque los comunicados de ambas cancillerías y la prensa internacional solo resaltarán Taiwán y Ucrania. Quizás, el ataque a tiros ayer mismo por parte de la banda criminal 400 Mawozo a un convoy de la Embajada EEUU en Haití en la zona de Croix-dex-Bouquets, sea pieza como excusa que encaja en el momentum del plácet de las relaciones para el consentimiento de las potencias a una ya necesaria intervención en el vecino país.