LA FELICIDAD
"La felicidad consiste principalmente en resignarse a su suerte,
en querer ser lo que se es."
Erasmo de Rotterdam
Samuel Johnson, prolífero filósofo, agudo pensador inglés, nos planteó que la felicidad es una decisión. Aristóteles, cúspide de la cultura helénica, dijo: "la felicidad consiste en hacer el bien." Goethe, profundo pensador germánico, sentenció: "La felicidad nace de la moderación." Ser feliz suena etéreo, intangible, voluble. ¿Puede haber mayor propósito de vida que la búsqueda de la felicidad?, ¿Qué es ser feliz? ¿Existen tantas felicidades posibles como almas existentes? La alquimia de la felicidad es un universo de elementos donde la evolución, la búsqueda de propósito y la posibilidad de la trascendencia abonan el estadio para florecer el alma feliz. Para ser feliz hay que tener, pero más aún hay que ser, trabajar el ser. El ser, esa cósmica sustancia inmaterial que nos permite volar, florecer, acariciar los cielos y coquetear con los dioses.
Muchos de los que, como yo, hemos trastocado (buscando placeres y nuevas experiencias) nuestra esencia psicoactiva buscando viajes cósmicos, ávidos por despegar del sentido trágico de la existencia, hemos descubierto que no es la evasión, como método terapéutico, la respuesta. Es encarar, es aceptar, y partiendo de esa aceptación, promover y buscar la transformación, el cambio posible… el deseado paraíso de Milton; pues al trabajar mi ser y fomentar otro nivel de conciencia logramos Sabiduría: saber vivir, paciencia o ciencia de la paz, y brota mágicamente el sentimiento de bienestar… bien ser… la posible felicidad, el aquí y ahora… el inagotable instante…