Extenuados tras un hermoso senderismo de más de 4 horas. Patas arriba, todos se habían quitados los tenis para descansar. Autocamp Catskills era hermoso. El silencio junto al paisaje y, innumerables nubes llenas de majestad provocaban un éxtasis espiritual. Los Catskills era una belleza particular. Le decían también los Alpes Judíos o el Borscht Belt. Desde el siglo XIX es lugar de peregrinación y vacaciones para familias judías. Los Catskills definieron la cultura judíoamericana, permitiendo a los Judíos convertirse en americanos, y al mismo tiempo presentando al público americano la cultura de la inmigración Judía. En tiempos de la segunda guerra mundial fue una especie de ghetto. Sus hoteles, la mayoría de Judíos, tuvieron su esplendor en la Postguerra. Comediantes como Jerry Lewis. Grandes obras como The Producers de Mel Brooks y, hasta los inicios de Woody Allen que empezó en el arte como comediante fueron en Catskills. Lugar de ocio y esparcimiento entre montañas preferido por los Judíos newyorquinos, que les era una especie de Brodway o Las Vegas para esparcir su cultura y raíces milenarias.
Jacques le Bon se miraba los pies y descansaba junto al bosque en su cabina. Cerraba los ojos y, disfrutaba su cansancio con majestad. Tantos Judíos, por todo el sendero y al llegar a la cascada, le era imposible dejar de pensar en toda aquella cultura con aroma a Torá. Decenas de Judíos hombres y niños con su Kipá, sus flecos Tzitzit, su escudo de David y todos de pantalón con chaquetas negro y camisa blanca. Las mujeres todas cubiertas con largas faldas y, un anillo con garbanzo de diamantes en la mano. Todos por aquellos caminos, entre montañas y escenarios rocosos junto al río caminaban como peregrinos en penitencia espiritual. Tantos Judíos. Tanto perfume de su cultura en el trayecto hicieron a Jacques le Bon pensar en preparar un Borscht. Al compartirlo en voz alta, sus dos hijos vociferaron un altisonante NO. Como un coro hambriento, cansados pero felices sus hijos junto a su esposa le vociferaron: Queremos que nos prepares una de tus ricas pastas, con los Rigatoni que compraste en Stew Leonard en Yonkers, cuando veníamos para Catskills. Por aclamación de mayorías, Jacques le Bon soltó sus sueños de Judíos de Borscht de la Europa Oriental. Manos la obra dijo. Sin más, les presento su Rigatoni Boloñesa Ponty.
INGREDIENTES 6 RACIONES
Una cebolla blanca grande, 5 dientes de ajo, un paquete Rigatoni, queso parmeggiano reggiano, un pote passata tomate, una lata de tomates pelados, 11 hojas de albahaca bien verdes y perfumadas, 3 salchichas italianas dolce, mantequilla, una libra carne molida de ternera, sal, pimienta, azúcar y olio de Oliva.
EL PROCESO
Ya una olla con agua, poco de sal y chorro de Oliva en fuego para hervir. La carne molida de ternera la tenemos previamente sazonada con sal, pimienta y Oliva. Las salchichas la vamos sacando de la tripa en pedacitos. En un sartén chorro de Oliva. Ya caliente primero el ajo, dejamos derrame su perfume y un leve dorado. Inmediatamente incorporamos la cebolla, la dejamos sudar bien en maridaje con el ajo. Al mismo tiempo en caldero hacemos primero las salchichas hasta convertirlas en pedacitos y, luego carne en el mismo caldero. Lista salchicha y carne reservamos. En la sartén lista la fusión de Oliva, ajo y cebolla bajamos el fuego. Agregamos los tomates pelados y triturados a mano. Vuelta y vuelta con amor. Luego introducimos la passata. Vuelta y vuelta con generosidad. En ese momento añadimos sal al gusto y, batimos. Luego toque de azúcar. Inmediatamente con ternura agregamos las hojas de albahaca a la salsa y volvemos a batir. A posteriori la salchiccia y, luego la carne de ternera a la salsa. Esta salsa debe, entre burbujas y batidos, estar una hora desde el Oliva inicial a la ternera. Ya el agua hirviendo en la olla, introducimos nuestros Rigatoni para darle la coccion indicada al dente. Cuando le falte 5 minutos a la pasta, apagamos la salsa para que repose esos minutos. Ya la pasta lista apagamos y le retiramos el agua en colador. Luego en la misma olla damos caricias a los Rigatoni con la mantequilla al gusto. En ese momento vertimos un cucharón generoso de Olio de Oliva crudo a la salsa y, un batido final sin fuego. Inmediatamente mezclamos los Rigatoni con la salsa en la olla con ayuda de una cuchara de madera.
Previamente teniamos reservado el parmesano guayado. Con la cuchara y una pinza vamos sirviendo cada una de las 6 raciones. Decoramos con una hojita de albahaca cada plato. Frotando los dedos espolvoreamos parmeggiano reggiano por todo nuestro gratísimo plato de pasta. Abundante. Con enorme poder de saciar y reponer energías. La sonrisa, con brotes de felicidad de los hijos de Jacques le Bon era un bálsamo de satisfacción con cada bocado. Con ustedes los Rigatoni Boloñesa Ponty. ¡Buen provecho!