Por fin volvía abrir sus puertas Notre-Dame. Días antes Jacques le Bon se habría enterado del acontecimiento al estar suscrito a Stage-plus. Para el magno evento, Francia tendría un espectacular concierto el día de la reinauguración. Stage-plus de Deutche Grammophon, sería la plataforma digital para trasmitir urbi et orbi el histórico concierto.
Sereno. Con la vista de la bahía de Ocoa, Jacques le Bon aguardaba las 3:30pm para disfrutar el concierto desde lo digital. Como un mandato visceral, la foto que le tomó a Notre-Dame en su visita a París en abril, era una imagen obsesiva por todo su cerebro. Volvía como gotas humedecidas por todos sus pensamientos el aroma y la majestad de la imponente catedral aún en reformas por aquellos días. Con cada bocado de jamón de Jabugo y manchego García Baquero, Jacques le Bon disfrutaba para aguardar el momento de tocar los cielos musicales. Se impacientaba desde un gozo de high de melomanía.
Figuras de relevancia política, encabezados por el Jefe de Estado francés Emmanuel Macron, participaban en Notre-Dame en un solemne acto religioso previo al concierto. Antes en el Palacio del Elíseo ya habían tenido un encuentro Macron-Zelensky-Trump, a propósito de la geopolítica actual . Como pensamientos dispersos Jacques le Bon recordaba Guerra y paz de Tolstói. El Jorobado de Notre-Dame de Víctor Hugo. El mundo está en una encrucijada vociferaba Jacques le Bon. Mientras, el régimen de 50 años tiránico de Siria de los al-Ásad se desmoronaba con Bashar fugitivo. Rebeldes ex-Al Queda o otras alternativas del tablero de ajedrez Occidental a lo Brzezinski, será un nuevo ingrediente en Medio Oriente. Netanyahu se regodeaba desde los altos del Golán. Erdogãn saboreaba un café turco con aroma otomano.
Ondulante y diverso a lo Montaigne, Jacques le Bon se sacudía para desterrar lo disperso y enfocarse en el arte. En la música como deleite, gozo y plenitud. Mierda pal’ PRDDDD, y los insaciables poderosos del mundo mascullaba. Siendo un estoico convencido, Jacques sabía ya del valor de balancear la existencia con momentos también de epicureísmo. Lleno de placer, liberado del miedo a los dioses, la muerte y el destino estaba listo para disfrutar ya el concierto. Un panettone clásico TreMarie entre sorbos de un generoso ponche sin alcohol Rica le acompañaban al subir el telón virtual. Todo era presente con los sentidos secuestrados en el aquí y ahora para Jacques le Bon.
Los muros restaurados. Los frescos vueltos a bautizar desde la policromía necesaria. La majestad de las bóvedas de la Catedral de Notre-Dame, como piedras eternas con toda la historia Occidental de la humanidad. Belleza y grandeza se conjugaban desde la atmósfera de la Ciudad Luz para desmentir nuestra pequeñez humana. Una brisa fría que se sentía desde lo virtual. La batuta de Gustavo Dudamel brillaba junto a la advocación de nuestra Señora de París. La exquisita Orquesta Filarmónica de Radio París perfectamente colocada en el centro, junto al esplendor de las lineas geométricas proyectadas por los nuevos hermosos mosaicos.
Thiery Escaich con su improvisación a lo Francés. Kgaogelo Moagi con sus cánticos africanos de fusión imperial. Hallelujah de Leonard Cohen, interpretado por Vianney. La sinfonía No.3 in C Minor Opus 78 y el piano Concierto No.2 in G menor interpretado por Lang Lang, ambas piezas de Camille Saint-Saëns. El sublime Ave María de Schubert, en la voz del tenor Benjamin Bernheim. El Concierto in D Minor para piano interpretado por Khatia Buniatishvili y el Concierto para Cello Suite No.1 in G Mayor Prelude interpretado por Yo-Yo Ma, ambos de Johann Sebastián Bach eran un abrazo eterno con la divino.
Jacques le Bon se frotaba la boca ante el banquete musical. Happy de Pharell Williams fue un derroche en la explanada de la Catedral. La elegancia francesa. El detalle del verdadero buen gusto en cada momento, en cada expresión del espectáculo de la más esplendorosa ciudad del mundo. Como broche de oro. Un deleite de luces por toda la fachada de Notre-Dame marcaba el final. El Dj y productor Michael Canitrot se encargó de cerrar con música electrónica la ceremonia de reapertura. Libertad, igualdad y fraternidad vibraban desde la Ciudad Luz, como sentimiento universal de notas musicales.