"Locura: hacer lo mismo, esperando resultados diferentes."

Albert  Einstein

Pedro Pompeyo y Lastres perdió el Sol, la luz radiante y la chispa que iluminaba su vida. Secuestrado por sus permanentes pensamientos sospechosos; sus metas y sueños iban como barco a la deriva. La depresión feroz, y el clima agobiante de una sociedad decadente lo golpeaban, le arrastraban a un abismo de malezas repleto de vacío existencial. Tenia todo, pero a la vez no tenia nada. La mente zarandeaba todo su ser, sus emociones y sentimientos, cual ogro opresor de altos vuelos. Los lentes de la enajenación mental asumían sus maquinaciones como verdad irrefutable. Pedro Pompeyo languidecía en un mundo imaginario de centímetros. Sus pensamientos y los batidos de sus cortezas eran su enemigo; sus carceleros implacables y voraces. El desamor y la tragicomedia de existir le arropaban. Una prisión infligida por la desdicha auto impuesta, una loca de la casa que se imponía como amo y torturador en un poderoso imaginario. Como un Gregorio Samsa se arrastraba por toda su habitación, buscando poner fin al cautiverio de sufrimiento y dolor. Amaneció, un rayo conciso entro por las brechas del ventanal; una voz le susurro; levántate, tu eres más que tus pensamientos. Tu mente es una herramienta a tu servicio, no es amo es lacayo. Sal de ahí, camina. Hoy es un nuevo día; una hermosa posibilidad. Hermoso es el riesgo querido Pedro. Mira los cielos y buscad vuestra estrella, adelante. Se puso los tenis, miro los cielos y un extraño sabor a miel y nueces humedeció su boca. Buscó el iPod, Shine on you crazy diamond de Pink Floyd, sonó en sus oídos. El parque cobro luz y color, una sonrisa dio aires de libertad a todo su ser.