Estás entre tinieblas, recordado
por quienes te quisimos. Y odiamos
la sangre y el dolor que los amos
impusieron como dueños del ganado.
El progreso por tus obras aún perdura
in crescendo pese a todos los pesares ,
la incesante boa, la angurria, y avatares
vencidos por tu ingenio y mano dura.
La ceguera que engañaste limpiamente
para imponerte ante tantos desafueros
no impidió que vieras cuántas luces
alumbraron la esperanza de tu gente. . .
Hoy te añoramos tal perros hueveros. . .
¡que retornes a este infierno impenitente!