A Nicolás Guillén, caribeño total. . .
Huracán, tu rugir salvaje desde el Africa continental ,
dios maligno de nuestros Taínos, siempre retornas con tú furia ,
destrucción, la realización de que todo es nada en realidad ,
tu alma repleta de ímpetu, arrodillas todas las obras al polvo tropical ,
humana pretensión ingenua, todos los años este temor ancestral ,
lluvia de besos sangrientos, desnudas la miseria con brisas de mar ,
impotencia, la naturaleza ruge su canto con un poder total ,
sonido desde mis oscuras energías de mi trópico intimo ,
a Guillén y su Sóngoro Cosongo, tambores de pieles curtidas ,
de él nos vienen las palabras húmedas de los bosques ,
la fuerza del recuerdo, de la reconstrucción y el renacer isleño ,
el reencuentro perenne con estos fenómenos de tempo sobrenatural.
Hoy en el temor inmenso de mi humana fragilidad , la espera del desenlace del paso de esta Irma: triste y criminal ,
saltan como pesadillas las fotografías de las miserias de los más ,
pasarán tus vientos llenos de ira, y el olor a dolor de tus aguas ,
un sol enérgico nos amanece en las venas, el puño es fuerte ,
aquí se disipan la tristeza y el sinsabor con ron, son y bachata ,
cánticos de sangre que trascienden la esclavitud, la historia del olor a caña ,
poder místico para construir la alegría de vivir, desde el vocinglero sabor del ritmo.