Inerte, lacerado por balas criminales yace desde su lecho matrimonial el cuerpo del presidente de Haití Jovenel Moïse. Su esposa, quien habría sobrevivido al asalto y recibe cuidados de emergencia en un hospital de Puerto Príncipe. Un hijo de la pareja logró sobrevivir tras presenciar desde el horror este sangriento escenario. Este crimen de estado no es un hecho puntual sino una secuencia de acciones en nuestro vecino país. Un círculo vicioso que como el eterno retorno de Heráclito vuelve a la nada, al caos con desorden desde el perfume total de miseria. Crimen de estado con la eterna crisis política sumado a la pandemia, los huracanes de temporada y la ola de violencia con secuestros para un año de espanto para nuestros pobres históricos vecinos desde aquellas tristes devastaciones de Osorio.
Este horrendo magnicidio sangriento ocurre pocos días después de nombrar a un nuevo primer ministro Doctor Ariel Henry. Quien trataría de ser un hombre del anhelado posible consenso de las fuerzas haitianas y liderar la hasta ahora imposible transición hacia las elecciones presidenciales y parlamentarias de Septiembre 2021. En Febrero 2021 el presidente Moïse en unas declaraciones al periódico Español el País habría alertado por un golpe en marcha organizado por un grupo de familias y empresarios que controlan los principales recursos del país, que siempre han puesto y quitado presidentes y que utilizan la calle para crear desestabilización.
En dicha entrevista al País el hoy asesinado presidente Moïse declaró: " Entregaré el poder a su propietario que es el pueblo de Haití. Los oligarcas corruptos acostumbrados a controlar a los presidentes, a los ministros, al parlamento y al poder judicial piensan que pueden tomar la presidencia, pero solo hay un camino: elecciones y yo no participaré en esa elecciones." Sentenció el malogrado jefe de estado. Hoy se suma está triste nueva incertidumbre al vecino pueblo. Un vacío de poder acrecentado junto a una población armada hasta los dientes. Una anarquía generalizada de guerrillas urbanas donde no existe control de territorio ni de ningún tipo. Un narco estado con tufo a guerrillas a la usanza colombiana y el humo del caos venezolano con el aroma de África infinita.
Los partes noticiosos informan con sospechosa maldad que los asesinos se comunicaban en Español. Cuando el sentido común dice que llegar a la alcoba sin aparente ruido solo es posible desde el contubernio de dentro de la misma seguridad. Nadie con sano juicio pensará de la participación de nuestras vecinas manos amigas en está infamia. Solo desde la deducción habría que preguntarse junto a Scotland Yard a quién y cuales oscuros intereses favorece este muerto. En ese triste reino de este mundo. Conglomerado humano forjado desde el odio y el resentimiento de los Louverture.
Sellar nuestra frontera para salvaguardar nuestra seguridad es necesidad y deber de nuestras fuerzas armadas. Nuestro jefe de estado y la diplomacia requieren de sagacidad con rigor diplomático en estos momentos desde la razón de estado. Tenemos que gritar al mundo nueva vez está realidad que nos asoma. Hay que clamar por un fideicomiso a 50 años hasta la saciedad para que administre está suma de almas. Naciones Unidas con un gobierno administrativo y militar que por cinco décadas inicie de cero la construcción de las necesarias instituciones. Para educar desde el deber y la disciplina no solo a esa masa de desamparados sino también a su élite desgraciada. Esta supuesta crème educados en la Sorbonne de París y que pululan en los centros comerciales de Miami. Desprovistos de la visión para liderar una nación. Sin la clase ni los sentimientos patrios que han de decorar a la verdadera clase gobernante en pos de la conformación de una polis que procura y aspira a la civilización.