In Reflexión

CIUDAD TRUJILLO

Un dejà vu secuestró todos mis pensamientos la mañana del domingo; una aromática taza de café monte real, con su exquisito dejo a chocolate orgánico, me acompañó por este sospechoso viaje cósmico, por la hertzianas ondas de una extraña Radio Caribe. De repente empezó en mi mente un recuento, una trágica realidad del pasado ,de como devino Santo Domingo en esa amarga cosa que se llamo Ciudad Trujillo.Una ronca y misteriosa voz inicio su desvelo………
El 3 de septiembre del 1930 el país se estremeció con los efectos del más devastador fenómeno atmosférico de la época. El ciclón San Zenón con apenas dos semanas de asumir  el poder el General Rafael Leonídas Trujillo y Molina. Tras el inclemente poder de este fenómeno de la naturaleza, la actitud de Trujillo fue de manos a la obra, lejos de doblegarse, el dictador en ciernes, enfrentó la situación con acción y protagonizó el liderazgo en la reconstrucción del país y la ciudad de Santo Domingo. Sabemos por fuentes fidedignas, que Trujillo se acercó a todas las fuerzas vivas de la sociedad, a los ricos comerciantes, para solicitarles su apoyo ante esta emergencia nacional. Solicitó mercaderías a crédito como materiales de construcción, alimentos y enceres del hogar para hacer frente a la calamitosa situación y trascender esta realidad fruto de los avatares del azar. A diferencia de la costumbre en el pasado, cuando el estado pudo y mejoró la situación de las arcas nacionales, Trujillo llamó uno a uno, en su despacho de la fortaleza Ozama, a los que les solicitó su apoyo y honró los compromisos del estado, su palabra empeñada. Este gesto, poco usual en los políticos de nuestra política vernácula, fue combustible fértil para fortalecer el gobierno e insuflar la confianza de los agentes económicos y toda la población sobre el futuro de la nación.

Tiempo después, específicamente en 1936, con una economía en franca mejoría, con la reconstrucción casi total del país, sobre todo de la ciudad de Santo Domingo, empezó a producirse esa necesidad casi fisiológica de muchos  dominicanos de aupar mesías , clarividentes rectores mágicos de todo el acontecer, y afloraron razones proverbiales para magnificar este liderazgo, la lisonja con categoría de estado, matizadas con acciones agradables para reforzar el ego y la vanidad del hombre de turno. En un mitin de gratitud al jefe en Santiago, para expresar el reconocimiento a su gran obra y su gran fortaleza al mando de los destinos nacionales, y haber rebasado de manera magistral los embates de San Zenón; el senador por Santiago Mario Fermin Cabral en "una demostración de gratitud al gobernante que había transformado y que conducía victoriosamente al país por la vía de la prosperidad "; lanzó al ruedo la inefable idea de cambiar el nombre de Santo Domingo de Guzmán por el de ciudad Trujillo. En honor al gran timonel de la nave patria, en un decadente gesto del corpus moral de las clases dominantes nacionales, corchos navegantes, colocando sus intereses propios por encima del interés de la nación.

Es así que el 11 de enero del 1936, con la promulgación de la ley por parte del vicepresidente de la República Lic.Jacinto B.Peynado queda oficialmente establecido la capital Dominicana con el ridículo nombre de ciudad Trujillo, como muestra inequívoca de la lisonja y la "gratitud" al padre de la patria nueva, amo y señor de vidas y costumbres en lo que seria su feudo, su finca por los próximos 25 años.

La ciudad desde el punto de vista urbanístico ganó prestigio y belleza, se desarrollaron obras de reputados arquitectos e ingenieros, el surgimiento de un capitalismo tardío devino en la creación de un naciente parque industrial, por supuesto la mayoría propiedad personal de chapita el cuatrero; imponentes obras como la nueva sede del poder, el palacio nacional, grandes y modernas oficinas públicas, edificios gubernamentales, los hermosos edificios de las facultades de la universidad estatal, urbanizaciones como Gascue llenas de esplendor y buen gusto dieron aires cosmopolita a la nueva ciudad Trujillo, distanciándonos de lo paupérrimo de Navarijo; la feria de la paz consagró la urbanística capitalina, el ordenamiento de la ciudad fue altamente positivo en esos tiempos; un sentimiento de temor generalizado, personificado en la figura del jefe mantenía a raya la naturaleza chabacana y de desorden del ethos nacional.

El orden y la represión iban de la mano, el sonido de los cepillos(carro Volkswagen de los calies) del SIN, dirigido por el temido Johnny Abbes, sustentaron un sentimiento de angustia generalizada en toda la ciudad, todas las vidas dependían del hilo de los humores del sátrapa.    La gastronomía, con el surgimiento de grandes establecimientos de comida, de la mano de emigrantes, trajeron aires continentales al restringido paladar de la ciudad; el arte con el palacio de bellas artes, cines y teatros fueron fuente inagotable para engrandecer la cultura de la ciudad y en cierto modo dar riendas sueltas al ser , embutido con el asfixiante sentimiento de represión y control monolítico de este César Caribeño, indomable y vanidoso en extremo, quien a sangre murió como a fuego y hierro ejerció el poder.

Podemos afirmar que después de Nicolás de Ovando, Trujillo fue el más grande constructor y el de mayores aportes al concepto de polis, por supuesto a un alto precio ;que costo hasta su hermoso y legendario nombre, donde el inmenso  dominico Fray Antón de Montesinos vociferó su hermoso sermón de Adviento……………el ultimo sorbo de café….. y el silencioso rugir de los rayos del sol calentaron mis mejillas, removí mi hipotálamo y sentí de frente el aquí y el ahora, el bullicioso canto de un marchante de aguacates en pleno 2017.

Share Tweet Pin It
Previous PostMAS DEMOCRACIA
Next PostAPOLO