In Reflexión

DIPLOMACIA

Tras el fin de la segunda guerra mundial, la colaboración a escala planetaria se instauró en la psique de la clase dirigente del nuevo orden mundial. Más allá de las partes empezó a visualizarse el todo, la globalización como gestión mundial del progreso y desarrollo de las naciones. Tal como apunta el brillante historiador Yuval Noah Harari, esa colaboración a escala planetaria trajo en apenas 73 años, más progreso y desarrollo a la humanidad que todos lo siglos anteriores, incluyendo las luces del renacimiento y la vorágine expansionista de la revolución industrial.

Instituciones como Naciones Unidas, con todos sus satélites y foros como la organización del comercio. Bretton Woods e instituciones como el BM , el FMI y sus valiosos consensos económicos a escala planetaria, y mas recientemente el consenso de Washington fueron luz, y puntos de acuerdo donde en grandes temas macros todos éramos la humanidad que crecía y se expandía. Los vencedores por supuesto dieron hegemonía a sus intereses, y el nuevo orden mundial brillo con el papel protagónico e imperialista, con la libertad y la disciplina de trabajo de los Estados Unidos de América.

Las trasnacionales y la élite financiera global, tras la caída del mundo bipolar con el muro de Berlín, se instauraron como gobiernos corporativo a escala planetaria, a dirigir la diplomacia y las relaciones internacionales con el peso pesado del prisma de los intereses creados. Hoy se instaura un nuevo orden. Una nueva filosofía del poder, que no es sola occidental, y carece de una visión monolítica de filosofar el mundo. China irrumpe en el mundo y construye el contrapeso, junto a Rusia, de un nuevo tablero geopolítico.

RD en este tablero salta al escenario con enormes posibilidades, desde su microcosmo, de sacar ventajas a la nueva agenda mundial. Donde Estados Unidos se repliega hacia el pasado del proteccionismo e aislacionismo y trilla un camino de ideología nacionalista, torpe y oscura. RD acaba de establecer relaciones diplomáticas con China. China es la contraparte en los foros mundiales ante el giro en la política exterior norteamericana. Es China quien lleva hoy la voz cantante, junto a Europa de los grandes temas hoy: Medio ambiente, la pobreza extrema del tercer mundo, la cuarta revolución industrial y su causa inmediata en el empleo, el inminente choque de civilizaciones. Enarbola la sensatez mundial en la necesidad de una agenda y un consenso global ante un nuevo orden de la humanidad y sus retos.

RD hoy es miembro del consejo de seguridad de las Naciones Unidas por primera vez, a pesar de ser miembro del sistema de Naciones Unidas desde sus inicios. Con asiento entre Estados Unidos y China, cuanto cobre y sabor a poder. El embajador designado es el empresario José Singer Weisinger. Quien por ser empresario, tal como apunta nuestro fraternal amigo y sensei cultural Iñigo Montoya, puede impregnar pragmatismo y sentido común dada sus habilidades empresariales y ser oídos en la intimidad de nuestro mandatario, en su papel estelar que jugará en el futuro posicionamiento de RD en el concierto de la naciones. Somos ya la sexta economía de la región, conforme al Banco Mundial y el FMI. Balaguer logró en su momento, con las cuotas azucareras y demás, sacar ventajas a favor del país de aquellas circunstancias del orden internacional en plena guerra fria.

RD con el símbolo de la reciente visita del canciller Chino Wang Yi, puede de manera pragmática e inteligente participar en la agenda global, jugando el ajedrez con astucia y sabiduría a pesar de nuestra pequeñez, en los movimientos tectónicos del nuevo escenario geopolítico. Un mapa de continuidad con el libre comercio gringo, sumar grandes inversiones chinas, de la mano de las nuevas circunstancias, para aprovechar nuestra estratégica ubicación principal activo de RD, con un puerto de Manzanillo por ejemplo seria combustible para nuestro desarrollo y progreso, y ser amistosos y sabios amigos en la pugnas de las dos potencias.

Los nacionalismo, proteccionismo y populismo como sombras de este vacío existencial de la humanidad, de este claro punto de cambio; no deben suplantar a la colaboración, el dialogo y el consenso que tanto progreso y paz ha brindado a la humanidad en estos 73 años, tras el fin de la guerra. Tal como apuntó Einstein y canto Lennon: Love is the answer. paz y dialogo el camino.

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