El misterio de las catedrales trascendía el viejo continente. De forma enigmática un desaparecido Fulcanelli desempolvaba su anonimato para manifestarse en el Caribe. Tras años desaparecido, de sueños con silencio, Fulcanelli ponía su atención en La Catedral Primada de América de Santo Domingo. Como orfebre de la palabra, llegaría acompañado junto a los versos del poeta nacional Don Pedro Mir: Hay un país en el mundo colocado en el mismo trayecto del Sol. Con la conciencia en Heliópolis, Fulcanelli aterrizaba en el AILA-SDQ para su hermética misión. Antes de armar su viaje había tenido un intercambio de mails, muy extraños e irresistibles, con un posible discípulo en La Española de nombre Jacques le Bon. Quien le aguardaba a la salida para llevarle a la ciudad de Ovando.
En una espera paciente e espiritual, Jacques le Bon recordaba los primeros párrafos de la fascinante obra El misterio de las Catedrales de Fulcanelli:" La más fuerte impresión de nuestra primera juventud -teníamos a la sazón siete años- de la que conservamos todavía vívido recuerdo, fue la emoción que provocó en nuestra alma de niño la vista de una catedral gótica. Nos sentimos inmediatamente transportados, extasiados, llenos de admiración, incapaces de sustraernos a la atracción de lo maravilloso, a la magia de lo espléndido, de lo inmenso, de lo vertiginoso que se desprendía de esta obra más divina que humana". Junto al bullicio del aeropuerto Jacques le Bon divisó un pasajero con una pancarta con la contraseña estipulada para identificarse: Finis Gloriae Mundi.
Ya in situ Jacques le Bon desplegaba su celular para entrar a Wikipedia y ambientar a Fulcanelli: "La catedral de Santo Domingo es la más antigua de América, construida por mandato del papa Julio II en 1504. Sede de la Arquidiócesis de Santo Domingo, su construcción comenzó en 1512, bajo el gobierno pastoral del primer obispo de Santo Domingo, fray García Padilla, que nunca llegó a la isla; sobre la base de los planos del arquitecto Alonso de Rodríguez." Proseguía Jacques le Bon edificando a Fulcanelli mientras este observaba extasiado las bóvedas de crucería:" Parados los trabajos, continuaron con un nuevo diseño por Luis de Moya y Rodrigo de Liendo en el 1522 con intervención del obispo Alessandro Geraldini. El arquitecto Alonso González, inspirándose en la Catedral de Sevilla, concluyó parcialmente la iglesia en 1550. Sucesivamente Alonso de Fuenmayor, impulsó los trabajos y el 31 de agosto del año 1541 fue consagrada. En 1546 el papa Pablo III, la elevó al rango de Catedral Metropolitana y Primada de América a petición del rey Carlos I de España. Otra promoción llegó en el 1930 cuando el papa Benedicto XV la elevó a Basílica Menor de la Virgen de la Anunciación." dispuesto y receptivo proseguía Jacques le Bon con la lectura:" En la segunda mitad del siglo XVI, en el lado sur fue construido el sector del Claustro, con las celdas de los canónicos; otro ejemplo se encuentra en la Catedral de Salamanca España. Inicialmente sin capillas, en el 1740 tenía 9 y actualmente posee 14. Merecen mención especial las capillas de Alonso de Suazo, de Rodrígo, de Bastídas, de Geraldini y la de Diego Caballero, así como la cripta de los Arzobispos y la capilla Bautismal lateral. Entre las obras, el cuadro de N. S. de la Antigua, donado por el Almirante. El órgano fue llevado a Magdeburgo en 1860. La arquitectura del edificio de la catedral de Santo Domingo se caracteriza por estilo gótico con bóvedas nervadas, sólidas paredes y tres puertas, dos de ellas góticas en contraste con la tercera y principal de estilo gótico plateresco."
Fascinado Fulcanelli obervaba los techos, el altar. La tabla de la Virgen de la Altagracia datada en 1523. El mobiliario de ebanistería antigua, los mausoleos de los arzobispos del periodo colonial. La tumba que albergó los restos del Almirante de la Mar Oceánica le llamó poderosamente la atención. Al respecto comentó: la estratégica ubicación del faro al Almirante en fusión con está nave y los cielos caribeños son un lenguaje. Como las catedrales góticas cada piedra, cada arco fusionado con el todo son mensajes cifrados para los iniciados. Ni Drake con su zaqueo pudo arrebatarlos y romper su armonía centenarias. Parado en el centro saboreaba la asimetría de la nave como una especie de Heliópolis tropical. El valioso trono arzobispal, de estilo plateresco fechado 1540. El poderoso sol caribeño, el pasaje del Callejón de los Curas junto a la plaza era un cáliz de la verdad íntima. Arquitectos, carpinteros de la masonería, y obispos despiertos en comunión con la gnosis eternizaban los versos del Arquitecto Supremo del Universo. Seremos como piedras de catedrales decía. De la nada en busca de la nada. Hacia una nada trascendental mascullaba Fulcanelli. Argot resplandecía por las vidrieras. Tras leer la Catedral Primada, Fulcanelli sacó del bolsillo de su camisa unas anotaciones de los versos mayores del poeta nacional Mir que rezaban: Despúes no pienso más que paz. Un nido de constructiva paz en cada palma. Y quizás a propósito del alma el enjambre de besos y el olvido.