In Poesía

TIERRA BALDÍA

El entierro de los muertos. Nueva York frío y atomizado por los tiempos. El consejo de seguridad de las Naciones Unidas versaba sobre el caso Haití. Por no se sabe ya cuantas sesiones se volvía hacia un eterno retorno. Nada. Sin tierras raras, sin oro, sin litio o cobalto aquél conglomerado bestial a nada ni a nadie le importaba. Ni a ellos mismos ya. El pleno, victima del frío, dejaban desfilar las palabras como huecas planchas de plywood chino. Que decenas de niños haitianos fallecieran en sus incubadoras tras nacer por falta de electricidad no significaba nada realmente. En pleno siglo XXI de la era digital y el 6G. "Somos los hombres huecos, los hombres rellenos de aserrín que se apoyan unos contra otros con cabezas embutidas de paja…" T.S. Eliot

Una partida de Ajedrez. Ahora Canadá, ayer China. Mañana Francia y pasado mañana Estados Unidos. Sin valor estratégico, como amenaza latente de explosionar también el lado hispano hablante. Standard y Poors nos celebra. Sospechosa celebración. El estado como en un colmado son otras cosas verdaderamente simples las que valen y pesan. Haití tan lejos pero tan cerca. La intrascendencia de los peones aumenta. Lo políticamente correcto son otras cosas. Confusiones de género. El derecho enfermizo de minorías. Los marcados por los dioses sabrá Dios por qué pesan o valen más que quienes realmente hacen el mundo girar. "¿Que fue ese ruido? El viento bajo la puerta. Pienso que estamos en el callejón de las ratas donde los muertos extravían sus huesos". T.S. Eliot

El Sermón del fuego. Tanta candela. Salvajes instintos depredadores. Odio ancestral. Makandal como furia y oscuridad. Resentimiento centenario. Dolor ciego de llamas eternas. Matan y queman. Destruyen y arrasan. Corte destructivo impenitente. Marcados por la excesiva lujuria mercantilista francesa. "Las Ninfas se han marchado. Y entonces me marché a Cartago. Quemado, quemando y quemando. Oh señor, tú me arrancas. Oh señor, tú me arrancas quemando". T.S. Eliot

Muerte por agua. Árido como desiertos. Tierra de nadie. El agua como imagen del Mar. Como el mito de Tristán e Isolda de Wagner. La desolación y la falta de amor. La muerte. Sálvese quien pueda aquí y allá. " Phelebas, el Fenicio, muerto hace dos semanas, olvidó el grito de las gaviotas y el hincharse del fondo del mar. Y la ganancia y la perdida. Una corriente bajo el mar recogió sus huesos con susurros. Mientras se levantaba y caía, cruzó las edades de su vejez y juventud entrando en el remolino". T.S. Eliot

Lo que dijo el trueno. La vida del hombre carece de sentido, se ha perdido la finalidad trascendente. Elecciones congresuales imperiales. La encuesta de turno. Lo que conviene o no. Intereses. Los relatos. Los dioses creados y las instituciones del orden establecido. La fuerza y el poder. "La sangre sacude mi corazón. El atroz pensamiento de rendirse un momento. Lo que una edad de prudencia nunca puede retractar. Por esto y solo esto hemos existido. Por lo que no se hallará en nuestros obituarios ni en memorias urdidas por la araña bienhechora. Ni bajo sellos rotos por el magro procurador. En nuestras alcobas vacías". T.S. Eliot

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