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GRITO DE CORDURA

El ritmo de la época. El reemplazo veloz de una noticia por otra era un sistema. Un modus viviendi en los tiempos de la vida digital. Anselmo Paulino Roncones disfrutaba la renovada primacía del Caribe. Corsarios y piratas volaban por su imaginación, junto al corolario Trump y su nuevo Neo-monroenismo. Ámerica para los americanos, susurraba Anselmo Paulino Roncones con aroma a patio imperial y sabor a república bananera. En bata y sin prisa. Acariciaba a Claudia Pedralles, su fiel asistente y mejor amante, mientras desayunaban junto a la prensa. Iniciada hace días la ruta del panettone 2025, degustaban su número catorce de la temporada en comunión con café: il Panettone Gianduia di Soronno, la expresión de Anselmo Paulino Roncones al masticar fue un silencio celestial.

La corrupción era el deporte nacional mascullaba Anselmo Paulino Roncones. Recordaba al viejo comerciante español de la avenida España de apellido Martínez quien sentenciaba: aquí estuvieron los gitanos y se fueron, no había nada que buscar. Anselmo Paulino Roncones reía socarronamente junto a Claudia Pedralles al recordar las palabras del papá de Martínez Burgos. Atosigados por el ímpetu de los renovados hechos de corrupción. Cristóbal de Santa Clara, Hartmont-Báez, Baninter y otros, Renove, Calamar, el 4% a Educación, Pulpo, Coral, Medusa, Intrant, Cártel de proveedores y etc etc etc eran una especie de mitología nacional. Una clase de capitalismo y acumulación originaria 2.0 a lo Peaky Blinders tropicales, pero menos ética aún que Tommy Shelby y sus duros chicos de Birmingham. Prestos, Anselmo Paulino Roncones inicio sus dictados del día de sus memorias a Claudia Pedralles, su fiel asistente y mejor amante.

Los capítulos sobre la corrupción son como torre de Babel querida Claudia. Interminables. Incomprensibles para comunicar sin desmitificar los poderes místicos de nuestro clima y el mar Caribe. Chupar la teta de la vaca nacional es la mayor aspiración del ethos nacional. Ese grandioso sentir individualista, desde una hamaca como metáfora del Dr. Moscoso Puello, de resolver su vida a costa del ejercito de pendejos era necesidad nacional. El último escalafón en la principalía del tiguere nacional. Pero como siempre querida Claudia, son los malos y perversos minoría pero hacen mucha bulla. Son las supuestas élites malditas, sí muchas malditas. Las que desde el ejemplo deshonroso marchitan la posibilidad de cambio en esta gran materia pendiente nacional. Educación. Porqué todo son vasos comunicantes. Desde Senasa hasta el reciente tiroteo en el restaurant del Mall de vitrina narco, con las tiendas de las marcas que definen el éxito de los tiempos. Ya aquello de oligarquía rancia de Bosch es más de podedumbre.

Los niveles de codicia son hasta absurdos querida Claudia. De enfermedad y locura adictiva por el becerro de Oro. Lo de este pobre médico ortopeda, carnicero como todo ortopeda criollo, es una locura. Lo del otro bandido querida Claudia, dizque que lo chantajearon. Médicos y farmacias en la jugada, y el innombrable Félix el gato. Lo del sistema financiero, por donde pasan y se mueven miles y miles de millones en silencio y sin dejar rastros. Dejando a los banqueros suizos como unos chivitos jarto de jobo es una patología nacional. Una locura sin precedentes vociferaba Anselmo Paulino Roncones mientras dictaba. Llega un nuevo caso y por momento uno piensa hemos tocado fondo. Y viene otro más grande para desmentir la grandeza anterior. Atiborrado de locura, Anselmo Paulino Roncones buscaba una bocanada de cordura desde el horizonte.

Proseguía sus dictados. El parque Eugenio María de Hostos era un primor mi amada Claudia. Sin los versos ya de Fabio Fiallo un grupúsculo amantes de los views enarbolaban pancartas junto al hombre de la Orden y el nuevo midas. Quien con su dedo señalará al próximo presidente. La audiencia se retrasaba con la presión por todo el Palacio de Justicia de Ciudad Nueva. Y llegó el grito de cordura. La posibilidad de ser un ser humano con verdadera clase y verticalidad en estos trópicos. Separarse del ruido y la furia. El magistrado Rigoberto Sena Ferreras, con el poder y la magia cristalina de los caudales del río de la ciudad luz, cantó su grito de cordura en su motivación para salvar un hálito de la esperanza nacional.

Con majestad. Afirmaba Sena Ferreras: Esto indica, que proceso de estas características trastornan profundamente el ordenamiento jurídico de la sociedad y el interés colectivo y particular. Proseguía el juez Sena Ferreras, el mismo que trancó al de la mafia de transporte, en sus consideraciones y calificó el expediente como: tétrico, sombrío, escandaloso, extremadamente grave, cruel al extremo de frenesís y holocausto colectivo. Como el hombre sin camisa portador del último aliento de esperanza, apeló el magistrado a la metáfora de León Tolstoi: La moraleja de todo esto es que al cavar su tumba su siervo de da cuenta de la ironía. El hombre que buscó la posición infinita solo necesito una pequeña parcela de dos metros de largo para descansar eternamente. Demostrando que la codicia humana no tiene límites pero la necesidad real es mínima. De verdad, proseguía el magistrado: se necesitan tantos bienes para ser felices, para vivir una vida digna y decente.

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