La brisa del parque era tenue. Ómicron súper contagiosa brotaba en cada suspiro, junto al rubor de cada pisada y desde el núcleo del viento en la hojarasca esparcida. Caminaban ajeno a los tiempos. Confiados de estar dos años zafándose de la plaga implacable. De repente Leopold Bloom de Peña tuvo un imperioso deseo de orinar. Stephen Dedalos Castro le acompañaba. Detengamos la marcha por favor masculló Leopold. Cerca divisó un viejo roble. Orinaré detrás pensó. Leopold Bloom de Peña disfrutaba desde el placer morboso como un high orinar a escondidas. Como sombra transparente, sin que nadie le descubriese. Tras orinar miró los cielos y el miedo le secuestró. Estamos coronados Stephen, nos jodimos sentenció.
Bloom regresa a su casa cerca del parque. Invita a Stephen a pasar la noche ahí e iniciar ambos el tratamiento. Stephen rechaza el ofrecimiento y decide marcharse. Stephen Dedalos Castro se perdía en una especie de oscuridad en cada segundo. Leopold Bloom de Peña entra en su casa y se va a dormir. Por esos misterios espirituales el catecismo, aprendido en modo militar en las viejas aulas ignacianas, se le expande de forma cronológica por todo el hipotálamo a Leopold Bloom de Peña. Busca al Cristo desde los sueños. Aspira los humos sagrados de la trinidad en cada rincón junto a Morfeo.
Un diálogo imaginario repleto de preguntas y respuestas con el científico Felipe Marbon le humedecía su almohada con plumas de espacio sideral. El origen del universo?. Es proporcional el número de pastillas de Ivermectina a la masa corporal?. Son los Tés de Chinola, con Canela, Cebolla, cuantas diabluras y caricias del Árcangel San Miguel poderosos?. Qué fue primero el huevo o la gallina?. Tosía al dormir. Será el inicio del fin?. Termina la golosa inflación mundial con la pandemia?. Todo está bien dijo Felipe Marbon. Quien junto al mecer de un botafumeiro imaginario en sus manos esparcía caricias y perfume celestial del Arquitecto Supremo del Universo.
Ítaca era luz desde el sueño. El final de la Odisea de Homero fue un dictado: "Todos los pretendientes murieron, y el suelo del salón del trono se lleno de cadáveres. Todo era un mar de sangre, y Ulises pudo reinar finalmente en Ítaca, con su mujer Penélope y su hijo Telémaco." En paralelo George Bernard Shaw emerge del sueño con singulares palabras: las posibilidades son inmensas una vez que decidimos actuar y no reaccionar. Viejos versos vikingos se esparcían en una especie de puerto de antiguos reyes. El sueño proseguía con el sabor Celta y el aroma sajón de Dublín.