In Reflexión

LLEGÓ LA HORA

Todo parece que la última reunión de nuestro Jefe de Estado y el Secretario de Estado Rubio fue el preludio. Una clara nueva posición de la política exterior imperial. Los dos hechos de trascendencia, luego de está reunión, fueron la cumbre de Abinader con los tres ex-presidentes sobre el tema Haití en la sede de nuestras Fuerzas Armadas. Posteriormente las contundentes declaraciones del secretario Rubio sobre la cuestión haitiana, y la no respuesta colectiva de la OEA ante una catástrofe en su propio hemisferio. ¿Para qué sirve la OEA?, se preguntaba Marco Rubio en su comparecencia ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos.

Marco Rubio hizo un llamado a la OEA a salir de su burocrática e inoperante zona de confort. Emplazó a la organización de estados americanos, por tanto a sus estados miembros, a dar el paso para asumir el liderazgo. Perecer o trascender de la inercia. Tal como reza la declaración de organización de estados americanos: trabajar para fortalecer la paz, seguridad y consolidar la democracia, promover los derechos humanos, apoyar el desarrollo social económico favoreciendo el crecimiento sostenible en América.

Por supuesto que la intrascendencia de la OEA es un reflejo de la debilidad de sus miembros. La realidad actual de la institución, a pesar de tener su sede en la capital imperial, parte esencialmente del hasta ahora desdén norteamericano de su real valor. Esto así conforme a los reales intereses imperiales, y su visión estratégica regional en el tablero geopolítico. Nunca los Estados Unidos a mirado a los estados latinoamericanos con el respeto e igualdad de verdaderos socios reales. Increíblemente hoy en la era Trump a Europa tampoco. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas era el llamado ha tomar el toro por los cuernos en Haití. La gravedad persistente del desastre y su drama humano. Las condiciones ya de un total estado fallido haitiano, requería de un canto unísono del liderazgo de toda la comunidad internacional. Pero, a quien le importa Haití y sus tristes millones de oscuras almas desoladas. Lo verdadero de los intereses creados que mueven el mundo, la realidad actual multipolar del Orden Mundial impiden poner el tema en las prioridades de la agenda global.

Rusia y China con poder de veto en el Consejo, tienen otros intereses en su ajedrez geopolítico en la Hispaniola. Eso vemos hoy poderosamente. El G2 China-Rusia, con plenas características de estados totalitarios, promueven su agenda de hegemonía más allá del drama humano y de lo que nos conviene a nosotros como americanos de nuestro continente. No tienen compromisos con los valores de Occidente de libertad, democracia y derechos humanos. Que siga el desastre. Encender el patio trasero imperial aún más, es para el eje del mal estratégico. Como lo ha sido la Ruta de la Seda en RD con las disrupciones del comercio Chino. Si bien el espíritu del excepcionalismo estadounidense está llegando a su fin en la era Trump, Rubio demuestra ahora la importancia de Haití y toda la Hispaniola para Estados Unidos, conforme a las teorías geopolíticas de Halford John Mackinder.

La maldita élite haitiana viven sus mayorías en la Florida. Desde donde salen las armas y entra la droga que nutren las pandillas. Son las élites haitianas las que controlan los puertos por donde entran las armas y la droga en Haití. Los vasos comunicantes entre las bandas, las élites y el narcotráfico internacional están desde el génesis del caos en todo y en todas las cosas. El enclave paradisíaco de Haití para el hampa y sus socios estratégicos locales en el corazón del Caribe, ha sido una construcción metodológica con persistentes fines oscuros de lucro sangriento. La anarquía y el caos, su caldo de cultivo. Mackandal, como señor de todos desde el reino de su mundo sembrando oscuridades, y azuzando la ya autodestrucción plena ha sido lo imperante por los siglos de los siglos.

La voz de Rubio es la voz de los intereses norteamericanos. Parece ya Haití entró en el juego global de las cartas gringas. La situación de desorden actual es punto de inflexión para el tablero geopolítico. Madrasas musulmanas campean en Haití. Las bandas y los hilos podridos de las élites no solo controlan territorio, son ya un sistema y una especie de gobiernos de familias mafiosas confederadas. Que por tener las características evolutivas y culturales haitianas nuncan podrán ponerse de acuerdo tampoco. China, Rusia y Irán quieren derribar Occidente. Encender el patio trasero, a unos 1,125 kilómetros de la Florida, objetivo estratégico para las fuerzas emergentes con ínfulas hegemónicas globales.

Bienvenido pues un contigente de fuerzas continentales para ampliar la misión de los kenianos. Un ejército de mercenarios incluso, armados hasta los dientes, para darle para abajo a las bandas e iniciar la pacificación. Una manada de drones inteligentes y asesinos disparando estratégicamente. Día y noche para devolverles los infiernos dantescos caribeños a los Jimmy Chérizier. Congelar todos los fondos a las corrompidas y malditas élites haitianas. Los cabecillas de las bandas son los Toussaint Louverture o los Henri Christophe de su triste pasado histórico. Las élites haitianas son la continuidad de los ancestros esclavistas franceses del génesis de su sistema de plantaciones.

Un Zar todo poderoso nombrado por los norteamericanos es una necesidad imperiosa, para configurar nueva vez la posibilidad de un estado-nación. Crear las bases para un orden establecido civilizatorio y, gobernar en Haití por 50 años. Una nueva constitución completa para fomentar la inversión extranjera y el desarrollo de capitales. Un plan a 50 años de desarrollo para revitalizar la agricultura. Sembrar escuelas, zonas francas, hoteles turísticos por toda su geografía con una agenda binacional para cinco décadas de convivencia y desarrollo pacífico.

Nosotros a mirar los toros detrás de la barrera. Darle todo el apoyo logístico desde aquí a las fuerzas interventoras. Rogar a nuestra Tatica binacional y a todos los santos porque este poderoso aparente deseo imperial de orden en la Española sea una realidad. Pedimos también la intervención de la nueva esperanza de León XIV. El problema haitiano es nuestro también. Promover una solución global al drama haitiano hasta la saciedad, razón de estado. Evitar hasta con la vida que la anarquía y aquél caos cruce nuestra frontera, necesidad nacional. Estamos compelidos, tanto Haití como RD, a trabajar juntos por un mejor mañana. Las inquisiciones históricas que nos legó el nefasto Osorio; y la madre patria son irreversibles como el pasado. Llegó la hora de Haití, y un mejor porvenir compartido pues.

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