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LOS PÁJAROS

La Ciudad de Ovando sufría una remodelación inacabable. Parte del dramático descenso de la inversión pública, era convivir con las pocas obras en construcción en un muy lento proceso. Una especie de fotografía urbana con sentimientos de letanías invadía a los ciudadanos de la Primada de América. Tras una agonía de vueltas por las calles coloniales, Anselmo Paulino Roncones logró aparcar su vehículo. Serían las 12:40pm cuando Anselmo Paulino Roncones, junto a su fiel asistente y mejor amante Claudia Pedralles, se disponían a almorzar en el Palacio de la Esquizofrenia en el parque del Almirante de la Mar Oceánica.

Ambos venían de su jornada matutina comercial mayorista ferretera en Villacon. Desde su última reencarnación, Anselmo Paulino Roncones había logrado traspasar los círculos dantescos de los infiernos. El horror del mundo de la política. A pesar de que en esa otra vida habría vivido la gloria terrenal de sus años de poder caribeño. Su relación de alicate preferido del ilustre jefe. Su principalía de hasta ser socio de "negocios" de Chapita el Cuatrero, era en realidad un éxito de paradojas oscuras y sangrientas . En esta nueva reencarnación, por la gracia del Gran Arquitecto Supremo del Universo, había purificado su nuevo paso terrenal. Como el Prócer de la patria, era comerciante dedicado al universo de la ferretería. Atrás sus raíces de la parte occidental de la Hispaniola. Había evolucionado en esta nueva reencarnación, con una conciencia ibérica profundamente hispánica. Como Sidharta Gautama el iluminado, Ojo Mágico XIV navegaba rumbo al paraíso.

Ya sentados con la vista de la hermosa plaza. Anselmo Paulino Roncones y Claudia Pedralles pidieron el menú. Hace tiempo que la legendaria cafetería colonial sofisticaba en sus propuestas gastronómicas. Tras breves minutos ambos eligieron el mismo plato. Pollo estofado a la francesa para los dos por favor, susurro Anselmo Paulino Roncones al mozo. -En mi caso por favor sin ponerle vino a la salsa, gracias.- La atmósfera de la plaza era agradable, a pesar de este asfixiante calor de mayo. Ambos daban generosos sorbos de una refrescante agua Panna para combatir la temperatura mientras aguardaban por su almuerzo. Hablaban de comercio. De la terrible penetración de la Ruta de La Seda en la Hispaniola, derribando reglas y queriéndose imponer como nuevo sistema de comercio. Desde el atroz mundo del hampa y el lavado.

A pesar de las disrupciones comerciales, comerciantes de la estirpe de Anselmo Paulino Roncones no le temían al comercio Chino. Su conocimiento del mercado. La profundidad de sus ofertas de productos con excelente relación calidad-precio. El compromiso monástico con la excelencia en el servicio. Su faena comercial persistente y curtida sin atajos. Su profundo abrazo comercial con los principios y valores de un comercio justo ganar-ganar, le producían sentimientos de poder en medio de aquella batalla de profundos rasgos globales geopolíticos. A veces sentía miedo tambien. Tan humano mascullaba Anselmo Paulino Roncones. Estos chinos no paran en querer derribar el status quo. Recordaba que hoy en China no gobierna Deng Xiaoping, sino Xi Jinping. Xi seguidor de Mao Zedong, proclama la lucha como su canto unísono de guerra.

Al rato llegaron los pollos estofados a la francesa a la mesa. Junto al aroma de los platos, un estallido de silencio. Anselmo Paulino Roncones y Claudia Pedralles empezaron a almorzar tras un mutuo balbuceo de buen provecho. De repente una manada de negros pájaros sobrevolaba toda la plaza adoquinada. Gritaban y aleteaban con furia. No era fortuito. Los negros pájaros venían estratégicamente desde la China Continental para devorar la competencia. Genéticamente modificados, con un chip de IA (Los Chinos quieren dominar la IA para vengarse de Occidente pos el siglo de humillación, resentidos pensaba Anselmo) colocados en el lomo. Divisaban selectivamente a sus presas. Buscaban comerciantes. Piedras en el camino para la expansión de la Ruta de la Seda en este Caribe, frontera imperial. De repente las fieras majestuosas iniciaron su descenso.

Empezaron atacando a Claudia Pedralles, la fiel asistente y mejor amante. Anselmo Paulino Roncones no podía dejar de mirar su pollo estofado. Absorto, buscaba rimar con la voluntad de los dioses. Decidir el camino divino, para perseverar ante esta nueva embestida tramposa china. Venceremos gritaba Anselmo ya parado, junto al espiritual aliento de Tatica la de Higüey. Mientras, daba fuertes trompadas a los oscuros pájaros. Con la plaza del Almirante llena de apestosas plumas, y profusos gritos endiablados de los pájaros. Anselmo Paulino Roncones divisaba la cúpula de la Catedral primada con expectativa, desde el escenario de esta guerra Santa occidental. No será tan fácil desplazarnos decía, mientras retorcía el pescuezo a un negro pájaro chino. A largo plazo o compiten en buena lid, o todos morirán vociferaba Anselmo Paulino Roncones recordando las lapidarias palabras de John Maynard Keynes.

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