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NOBODY TOLD ME

En la plenitud de su décimo novena reencarnación Jacques Le Bon repetía como mantra junto a Sidharta Gautama "El dolor es inevitable; el sufrimiento es opcional." Sentado con los cielos del Serrallés de fondo desayunaba. La brisa navideña humedecía sus mejillas con inusitado frescor sereno. Unas tostadas francesas de panettone de avellanas y marron glacé mojadas con delicado maple era un lujo. Una fraternidad de deseos cumplidos en todo el espectro de sus papilas gustativas.

El tanque lleno junto a sorbos de aromático café le produjo sueño. La siesta del desayuno de un domingo apacible se le enseñoreaba como ley. Ya recostado se acariciaba el vientre cual buda tropical. Por místicos extraños sucesos en el pensamiento las canciones de los Beatles se esparcían y  rimaban como consola multicolor junto al techo. Help, Here comes the Sun, Get Back, Come Together sonaban como una vellonera imaginaria en la cabeza de Jacques Le Bon. Ya roncando a pata sueltas desde el imaginario la figura legendaria de Jhon Winston Lennon le susurraba versos a Jacques. Lennon impactado por un cósmico LSD revoloteaba sus brazos al brincar en un eterno campo de fresas salvajes.

Soñaba y roncaba Jacques Le Bon desde el recuerdo del músico enviado por los dioses en el siglo XX. El Liverpool del 1940 del niño Lennon le producía nostalgias con sonido de buques y puertos. La guerra y la paz polarizaban el sueño. La vida de Jhon Winston Lennon. Su traumática niñez, su eterna rebeldía ante el stablisment del mundo. Su sed de fraternidad y amor para la humanidad eran como tinta de furor para las paredes cerebrales de Jacques Le Bon al dormir. De repente Lennon le tomó la mano. Lo llevó a un Áshram imaginario. Un sentir de edad media, comunidad, escuela espiritual. Un espacio de montaña atemporal con una luz violeta hacia el camino interior.

Proseguía el sueño Jacques Le Bon desde la profundidad. Un sonido de pórtico de monasterio retumbaron su media sordera. La pandemia como estado de guerra. La energía monetaria. El mundo y el rumbo de la humanidad le estremecía como nubes de temas junto a Morfeo. Jhon Winston Lennon con bata blanca y guitarra en mano irradiaba luz con soledad. Si vamos a Marte sin nosotros cambiar no sucederá nada diferente sentenciaba Lennon embestido de un aura de poeta mítico. Tras un silencio sepulcral el poeta de Liverpool inicio su canto con voz dulce y apacible: 

La imagen tiene un atributo ALT vacío"Cada persona está hablando pero nadie dice una palabra
cada persona está haciendo el amor y nadie le importa
hay nazis en el baño debajo de las escaleras
siempre algo pasa y nada ocurre
siempre hay algo cocinando y nada en el pote
se mueren de hambre en china así que termina todo lo que tienes
 
nadie me dijo que habría días como estos
nadie me dijo que habría días como estos
nadie me dijo que habría días como estos
 
Días muy raros, sí que días muy raros
Cada persona está corriendo pero nadie hace movimiento
cada persona es un ganador y no queda nada que perder
hay un pequeño ídolo amarillo al norte de katmandú
cada persona está volando pero nadie deja el suelo
cada persona está llorando pero nadie hace un sonido
hay un lugar para nosotros en las películas en el que debes descansar
 
nadie me dijo que habría días como estos
nadie me dijo que habría días como estos
nadie me dijo que habría días como estos
 
sí que días muy raros, muy peculiar mamá
cada persona está fumando pero nadie está drogado
cada persona está volando pero nunca toca el cielo
hay un OVNI sobre nueva york y no me sorprende tanto
 
nadie me dijo que habría días como estos
nadie me dijo que habría días como estos
nadie me dijo que habría días como estos
 
Días extraños en verdad, lo más peculiar, Mamá, ruedas!…."La imagen tiene un atributo ALT vacío
 

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