Bruma maldita, sopor que asfixia y perpetúa mi gigante sed,
locura por el becerro de oro; todos corren como dosis tras él.
Politburó marxista; nido de pestilencia y oscuridad del poder,
el presupuesto como botín, la repartición por sacos y al granel,
de comunistas a mercaderes, sibaritas de las mieles del poder.
Téngase miedo señor presidente con la adicción al poder,
reelección maldita, los bufones la azuzan y promueven con sed,
insaciables orfebres del hedor y el mal querer,
que importa si fueron 400 o Mil lo de Joao el terrible,
lo doloroso es que el estado siga teniendo vínculos con un ya corrupto en la red,
cúal es la conciencia ética y moral cuando ni siquiera se piensa en esto.
Púrpura pestis, todo lo trastocaste y envileciste con tú peculado hediondo,
compraste la acera enfrente y la nueva casta de pichones de empresarios,
hasta las siglas del Jacho, como franquicia de chatarra y mal gusto.
Téngase miedo señor presidente con la adicción al poder,
ese palacio hecho por Trujillo abruma y marea el buen tino,
esas paredes estrangulan a los que no saben cerrar sus despachos,
la historia fría y serena asecha; desde los sublimes campanarios.
Téngase miedo señor presidente con la adicción al poder,
después de ocho años, siempre es más de lo mismo,
los cambios son necesidad en el trópico; hasta para que vengan otros,
aquí no hay material humano que aguante tantos años de sabor a poder.
Presidente como las paradojas; cediendo se gana, dando se recibe,
abrir el camino a la novedad es grandeza proverbial,
señale un delfín; remueva altares y sacuda la estructura,
sea diferente y trascienda este oscuro túnel tenebroso.
Téngase miedo señor presidente con la adicción al poder,
lanza en ristre; sienta las caricias del mar en el desembarco del prócer,
tome la senda de las escalinatas doradas, repletas de gloria y soledad,
saboreé el olor a lavanda, desde el parnaso de los gigantes y eternos.