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POPULORUM PROGRESSIO HAITÍ

Oscura, con un silencio temeroso toda la habitación. Pesadillas de pisadas de botas polvorientas, machacando los suelos de la frontera con furor. De fondo, el tableteo sórdido de ametralladoras con aroma a pólvora poblaban los sueños negros de Anselmo Paulino Roncones. El terror de haber vivido la matanza del 1937, la posibilidad de cargar RD con todas las consecuencias del vecino estado fallido. La dejadez a conciencia de los países ricos y antiguos colonizadores ante el caos total producía espanto con temblor.

De un sueño a otro Anselmo Paulino Roncones barajaba posibilidades con escenarios, ante el mayor reto de todos los tiempos para la dominicanidad. Roncando, desde una prensa imaginaria leyó el título: Un Concordato con Fe terrenal. El parte noticioso soñado de Reuters proclamaba: La Santa Iglesia Católica y Apostólica en la persona de su santidad Francisco I, acaba de firmar un Concordato con el premier de Haití y refrendado por el frágil senado haitiano. Bajo el asedio de las guerrillas, la guardia Suiza logró tomar el control de la zona del palacio, se rubricó el Concordato con Fe terrenal: Populorum Progressio Haití.

El plan era sesudo decía el parte noticioso. El estado Vaticano toma el control de Haití por 50 años. Se nombra un Colegio gobernador Cardenalicio con poderes administrativos, legislativos y de justicia totales. La guardia Suiza asume con totalidad el control de las armas. Desarmar toda la población, dejar acéfalas y desarticuladas todas las guerrillas, monopolio del contrabando de drogas (se legaliza el comercio pero se prohíbe el consumo interno) donde todos los fondos exportables de las drogas incluyendo el ron Barbancourt, van a la cuenta de la doctrina de la fe. Un plan de desarrollo a 50 años. Donde la iglesia encuentra sentido a su misión pastoral 2020 años después desde una perspectiva concreta y terrenal. El estado Vaticano llega acuerdos con Francia, Canadá y todos los países del G7 por un monto de 17,000 millones de dólares. Cinco pilares para la ejecución presupuestaria desarrollará la sabia Iglesia: Reforestación e agricultura, educación (moral, cívica, espiritual, civilización, ciencia, lenguaje, matemáticas y oficios técnicos) turismo, zona Franca(nearshoring básicos) y instituciones desde la civilización.

La iglesia alegre, festejaba el reencuentro con su esencia desde aquella piedra para edificar de Pedro. Estar donde nadie quiere estar. Donde el trabajo, el sacrificio están mucho antes que la plusvalía. Populorum Progressio, aquella encíclica de Pablo VI de marzo del 1967, se renovaba desde el verdadero deseo, la acción con buena voluntad. Su fin de dedicarse a la cooperación entre los pueblos y el problema de los países en vías de desarrollo se hacían realidad. El desequilibrio entre países ricos y pobres agravado aún en el 2022, con sus neocolonialismos era una mancha al progreso de la humanidad. El ejemplo inédito de la iglesia para concretizar el derecho de todos los pueblos al bienestar era redentor. Iniciaban así los discípulos de Pedro, San Agustín y Santo Tomás de Aquino una enorme misión concreta a favor de la primera república negra y la más pobre del hemisferio. Sin beneficios, con la sola gloria del deber cumplido. Con el perfume eterno de su labor de pacificar e impregnar de civilización a todo aquél conglomerado humano. Con el tecnicismo de Concordato- Fideicomiso, abría las puertas a la legalidad, con la bendición de Dios, ante la comunidad internacional. Ya que Haití era firmante de la carta constitutiva de las Naciones Unidas, por tanto no podía ser intervenido como tal.

Proseguía la lectura imaginaria: la maldita élite poderosa, extremadamente insensible y apática a lo nacional, son desterradas y expropiadas. Se les envía a las más remotas zonas del Congo a trabajos forzosos por dos generaciones. Todas las propiedades pasan a la iglesia, encargada de formar nuevos líderes y dirigentes. Makandal, con sus sacerdotes de los tiempos, son expulsados a infiernos de azufres eternos, con previo consentimiento del poeta Dante Aligheri. Solo es permitido el cristianismo con sus vertientes; y la gnosis para los agnósticos e inquietos, pero dispuestos a encausarse en las directrices del plan maestro. A la usanza de la milenaria iglesia, día por día, con sistema, disciplina, constancia y fuerte dedicación la transformación con la construcción de las vías de desarrollo serán realidad. Libres del ocio de los pasillos vaticanos. Dispuestos a la acción la santa Madre Iglesia se disponía a demostrar su valía. Salir de su zona de confort espiritual de siglos para asumir los grandes retos de la humanidad. Pacificar y desarrollar el conglomerado humano Haití. Crear, consolidar las bases para el desarrollo y convertirlo en un estado. Desde el ejemplo, el presente borraba tantos errores del pasado, el milagro se hacia carne e imagen fotográfica real. La iglesia se convertía en quintaesencia. En primera piedra de lo que debería ser la comunidad internacional del siglo XXI. Volvía la iglesia a sus fueros de administrar naciones con sabor a Ufizzi, junto a la belleza del nacimiento de la Venus de Botticelli. Con las sabias directrices del Príncipe político del Renacimiento.

Rumiando soluciones de sueños al mayor problema nacional, abrió sus ojos Anselmo Paulino Roncones. Era jueves 11 de Agosto del 2022. Tantos problemas globales trascendentes, hacían intrascendente su mayor preocupación a los ojos de la aldea global. Ucrania, ahora Taiwán con sus microships y escudo de silicio monopolizaban las primeras planas. Los intereses y el valor de las cosas de los tiempos dictaban las prioridades. La isla única e indivisible, según Toussaint y sus descendientes, sorteaba los ánimos ante el caos. El recuerdo del prócer. Las espadas y machetes desde aquél 19 de marzo chirrriaban los tiempos. Impotente, Anselmo Paulino Roncones continuaba también desde la vigilia, con planes y estrategias para una salida a la situación desde su pequeño microcosmos.

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