Diego Velázquez es una de las más grandes figuras de la pintura universal y uno de los más grandes artistas que ha dado España al mundo. Tuvo una vida plena de éxitos y se movió en un constante ascenso hasta la cima del arte. Su carrera estuvo bien planeada, bien jugada, bien ejecutada.
Su labor en la corte del monarca español Felipe IV, encargándose principalmente de pintar al rey y la familia real, le permitió viajar y estudiar las grandes obras de la colección privada de los Austrias, una de las mejores del mundo, que le facilitaron conocer de primera mano no soló la pintura de su tiempo, sino las obras más importantes del pasado. De ahí nació un pintor de increíble técnica, capaz de plasmar la luminosidad como pocos antes y después, y cuya pincelada suelta y rápida, propia de su etapa de madurez, le convertirían en la gran influencia de la pintura contemporánea. ( Velázquez-Filosofía & Co.) Tal cual el testimonio de Francisco de Goya y más reciente Picasso.
En la obra de Velázquez, que ronda los 120 o 130 cuadros, se incluyen varias obras maestras. Como sus famosos Las meninas, la rendición de Breda, las hilanderas, Vieja friendo huevos o El aguador de Sevilla. Todos ellos, cuadros que han pasado a la historia del arte por su detalle naturalista y su atmósfera. ( Velázquez- Filosofía & Co.). Por su poder inmutable de atravesar los siglos y brillar en el parnaso de la excelencia del óleo y el pincel.
Sin embargo, por mucho que conozcamos y admiremos su obra, sabemos poco de la vida de Diego Velázquez. La razón es simple: su existencia estuvo carente de escándalos. No hubo grandes dramas en la vida del pintor español. No hubo épica, ni crisis económicas, ni enemistades famosas. Fue, por el contrario, una vida marcada por el éxito y constante ascensión hasta las cimas de las artes. Bien planeada, bien jugada y perfectamente ejecutada. Velázquez ha sido ignorado precisamente por lo que es su mayor virtud, que no es otra cosa que haber sido capaz de tejer una vida bien hecha.( Velázquez- Filosofía & Co.)
No deja de ser curioso que nos sintamos atraídos por el morbo y los vaivenes emocionales de los personajes públicos o históricos y, sin embargo, no tratemos de conocer aquellas historias de las que probablemente más podríamos aprender. Que mejor enseñanza para nuestra propia vida que la de analizar en detalle la de los que lograron lo imposible.( Velázquez-Filosofía & Co.) El objetivo de todos buscado, que no es otro que la sabiduría, saber vivir o vivir bien.
Con el primor de una mañana lluviosa. El autorretrato de 1631 del pintor iluminó mi calendario, mis sentidos con sabor a Mayo, mangos de Bani, aguaceros torrenciales. El recuerdo amargo de la triste prensa, la arritmia histórica de las devastaciones de Osorio u Ozoria y sus contradicciones, se desvanecieron. Nagua, el de turno, y su fácil acceso tropical se esparcieron como nubes imaginarias de tercer mundo. El poder, el canto cromático del artista me llevaron por el paseo del Prado. La sala las meninas resplandecía con fervor y majestad. La visita de una alicate de Zaqueo, destilando politburó y peste púrpura, se convertía en intrascendente y fugaz.
Ah el arte……. suspiraba recordando el retrato de Góngora. El siglo de oro español, los versos de Quevedo, las meninas y su luminosidad poderosa desde la puerta: a contraluz con la mirada exquisita y la cabellera del artista, las partituras barrocas de Bach. Cuanta gratitud a los grandes. Como un simple calendario mes por mes me contagia, provoca. Transforma la proeza de existir, el valor de vivir. Gracias de Silva Velázquez español universal.