In Poesía

1492

Almirante de la mar oceánica,
tú locura y gigantes sueños con sabor a esfera y poder,
legendaria codicia humana, fue conquista con olor a barbarie.
Tú mecenas Isabel, grande y profundamente visionaria,
España infinita; crisol de espanto y entrega perenne,
con lo bueno, lo malo repleta de feudalismo y sabor a terquedad,
sus señoritos cortos de miras borrachos de placer,
el poder de fusión, la mezcla de razas, credo y lengua.
Génesis de la globalización, premonición de la colaboración planetaria,
mercantilismo, renacimiento y la gloria del ser,
toro bravo que embistes, derramaste tu sangre salvaje usurpadora,
navegante Genovés sefardí, pero Español de alma, cuanta grandeza en tú locura,
todo lo malo se esparció ante el centro de gravedad de este antes y después.
Almirante de la mar oceánica,
aún fragua tus timbales y coraje en la plaza España,
junto a la grandeza de Montesinos y Ovando; sin novedad en el Alcázar.

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