Podría llamarme Tony Delors. Era una mañana oscura, una especie de extraña bruma londinense en el trópico. Me paré de la cama con crisis y temblor. El clima me hacía estragos en mi estado de ánimo, palpitaban mis entrañas ansiosamente buscando razón y rumbo. Encendí la música. Madame Butterfly de Giacomo Puccini junto a la voz sublime y penetrante de María Callas surcó mis huesos y perfumó mis venas. Un fantasma de ansiedad con melancolía se esparció junto a las notas musicales.
Marcado por la sombra de la ansiedad vivía. Años de caminos oscuros, años de ignorancia, de temor a convivir con este germen sospechoso. Esta parte de mi que de repente llegaba y se instalaba con inmisericorde poder. Buscaba escapar, trataba de mutar y trastocar los ánimos con pócimas y químicas. Como amo y señor la ansiedad establecía su reino y control visceral.
Un día me hice preguntas, como paradojas que voltean la tortilla traté -con la ayuda de métodos y espiritualidad- los porqué y como. Las razones que subyacen debajo de la punta del iceberg. Mi inmediata pequeñez de enfocarme en efectos y no causas. Efectos como la compulsión y la obsesión encadenados al sospechoso deseo. La necesidad imperiosa de acallar el ruido y la furia ansiosa a como de lugar. Ahh que brillantes los que inventaron los snacks sabrosos y crocantes; como el slogan a que no puedes parar. Las preguntas me llevaron a profundizar, a ver y entender la razón básica. A adentrar a la fórmula las emociones y sentimientos, los miedos y frustraciones, las expectativas y designios del ego.
Torcido por la educación del conocimiento, la memorización del cosmos y su entorno era un producto de los tiempos, un semi- analfabeta en el ser. La ausencia de autoconocimiento y el frote mágico de Logos desconectaba del camino original. Sin el hombre conócete a ti mismo me era imposible ver los espejos del alma y sus expresiones como la ansiedad.
Ansiedad, enfermedad del alma pensé. Expresión legítima, señales para la enseñanza, educación y entendimiento de la psique. Ansiedad autómata, chip que carcome y devora mi ser. Porosa manifestación autodestructiva. Maestro de altos vuelos para la búsqueda y elevación del ser.
Bifurcados los caminos de la ignorancia. El mágico esplendor del ensayo y error. Entre risas y burlas de mi mismo sonaba en mi Vellonera mental Nat King Cole con su melodiosa "Ansiedad". El camino con sabor a tierra brotaba. La ansiedad como reto, como obstáculo en este propósito divino de vivir. Los pequeños serán los primeros me retumbaba por todo el hipotálamo. La sencillez de un dedo inmovilizado y sus efectos a la rutina y el ego me sentaron en un banco de paciencia. La aceptación fruto de la humildad, trajo estos ansiosos despertares.