In Cultura

EL ÚLTIMO INSTANTE

"Llega un momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma

de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares.

Es el momento de la travesía. Y si no osamos emprenderla, nos habremos quedado

para siempre al margen de nosotros mismos."

Fernando Pessoa

Muchos años después, la famosa pieza teatral del maestro Franklin Domínguez trascendería su tiempo y espacio. Una sala Ravelo sobria, exquisitamente equipada con lo justo y necesario, un manejo de luces y una escenografía magistral ambientaron la historia de Noemí, dieron las tablas para saborear el manjar lleno de experiencia y profunda formación teatral de la finísima Carlota Carretero. La adaptación y adecuación de Guillermo Cordero para darle el matiz de estos tiempos, la combinación de aquella abrupta realidad de Noemí en plena guerra civil del 65, con el inmutable escenario del alma humana, los cantos y contracantos de los fluidos del ser que nos hacen identificar como especie, sentir lo humano en cualquier parte, en distintas épocas… lograr adentrarnos al mundo de Noemí, sus frustraciones, dolores, deseos insatisfechos, la pesadumbre de las circunstancias, el pesaroso azar que muchas veces troncha inocencias a destiempo, marcando rumbos, estampando almas sublimes con el sello pesaroso de la desdicha y el sufrimiento. El retrato del alma de una mente enajenada, víctima de sus psicosis, con una proclividad a la enajenación mental, a la pérdida de la salud de la sotea, que lleva a resentir en perenne perpetuidad el pasado, la carga de las frustraciones acumuladas, los vientos desfavorables de situaciones y circunstancias que suceden en el peor momento, en la oscuridad más abrupta que conducen a la enajenación, a la pérdida del sentido, a la esquizofrenia de una mente galopante, volátil, ama y dictadora de sus destinos… cuanto de la condición per se… cuanto de las circunstancias, de esos protagonistas psicópatas, partícipes del engranaje social que están ahí, como el maestro de álgebra para Noemí, para desmentir la trascendencia humana, para recrear y dar vida al infierno terrenal, a la infinita posibilidad como especie, de hacer daño, marcar y tronchar caminos, el poder de la oscuridad…

El microcosmo de Noemí fue un derroche, una biblioteca del alma humana; la actuación de la Carretero magistral, profunda, capaz de vocinglar en nuestras entradas todo el ruido y el dolor de los sin este mundo, los excluidos de la sanidad del "orden terrenal", vayan, pues, al caro y genial artista Guillermo Cordero nuestras felicitaciones, sus inicios de espectáculos selectos, de entrada a la eterna fuente de la dramaturgia ha sido grata, fuerte, valiosa… ante tanto ruido de bachata y vocinglerías, las reales insatisfacciones de este nuevo Santo Domingo que abruma, valoramos estas caricias, estas pinceladas de primer mundo.

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