In Reflexión

LA SERENIDAD

Cada tiempo trae su necesidad imperiosa. La inmediatez, la frágil comodidad de poseer el universo al tiro de un click arrebata, confunde. La sociedad abierta de la pos guerra con su indomable y asertivo espíritu de colaboración, ha cristalizado el mayor y poderoso desarrollo material de la humanidad en apenas siete décadas. Aún los desequilibrios y las nefastas desigualdades, nunca antes estuvimos mejor. El progreso y la creatividad humana para el desarrollo y confort de los pueblos han sido maravillosas. El ruido, el dinamismo de la experiencia humana en ciudades, la exaltación del tener y el placer inmediato del consumismo, giro el vórtice del centro de gravedad existencial hacia el mundo tangible y sus cosas. El desequilibrio emocional de la humanidad, por abandonar el camino interior, es un retrato de la voraz convivencia y la conformación de sospechosos nuevos valores y cimientos que rigen de manera real la dinámica existencial. La crisis espiritual e institucional de todos los símbolos del religare y del poder, la hegemonía del poder económico con categoría absoluta de real politik. La incapacidad de las mismas de adecuarse a los tiempos, y ser respuesta al clamor y la necesidad de grandes mayorías han sido caldo de cultivo para la crisis humana de un nuevo sospechoso y vacío estado de conciencia.
Muchos desesperados, perdidos en la oscuridad de selvas y túneles tenebrosos han tocado fondo. Acariciado el amargo sabor de la tierra, y abierto de par en par, derrotados, los brazos al camino original. A la inmutable verdad revelada por los siglos de los siglos. El camino interior, la necesaria búsqueda de los porqué y para qué de la existencia. El cariño frágil y pleno de los cielos en la consumación de propósitos y la segregación sublime de regir sus destinos en valores y principios espirituales.
La serenidad es un regalo, un tierno cartero como el de Van Gogh que nos trae la buena nueva. Un cáliz purificador que conspira para la felicidad y la paz legada por los dioses, arquitecto supremo del universo. Pero también es conquista. Ardua búsqueda incesante, vía de tranquilidad,  calma y la apacibilidad para ubicarse en su punto microscópico en el universo. Es aceptación, el sabio fluir de la vida en los términos de la vida. Serenidad ante los retos, los sinsabores. El poder de sentir los lazos y la apacible respiración del sumo creador a nuestra diestra. La serenidad en cada bocanada, en el sabor de bosques y el tiritar de hermosos ríos que corren por nuestras venas. El fulgurante corazón que brota con los mágicos latidos del universo, el éxtasis del ritmo de la creación. Serenidad es ser, más que tener. Vivir un presente con color y sabor afrutado, rodar junto a la hojarasca repleta de nubes y estrellas por tiernos firmamentos. Cantar junto a Spinoza con el Dios en todo y todas partes. En el esfuerzo sincero del valor intangible de un alma que brilla y exhala gozo; acepta y comulga con su verdad serenamente.

Share Tweet Pin It
Previous PostPARMÉNIDES
Next PostPULSIÓN HUMANA