De repente le dolían los brazos y se estremecía en una debilidad que le paralizaba. El azar sin respuestas a los retos, martillaba nuevos rumbos de silencios y múltiples soledades. La partida de Paul Auster era difícil dejar pasar. Desde hace tres meses Jacques le Bon practicaba el silencio. Frotaba la página en blanco como voluntad y deseo. 92 días ya que solo irrumpía al arte desde lo sagrado, en conversaciones con Dios y Tatica. Paul Auster era especial para Jacques le Bon. Desde esos encuentros …