Despertó con la mirada fija en el techo. El día anterior habría estado rumiando los caminos que sentenciaron el Fin de la Historia. Duró poco la alegría de un mundo unipolar y homogéneo. Se desvanecía aquella posibilidad de una sincronizada era global y un relato único para todas las civilizaciones. Mudo, Jacques le Bon se estremecía en la cama y dejo de pensar. Era martes. Reformas, contrareformas. Publicitadas futuras honorabilidades en el manejo de la cosa pública. La posibilidad de vender luz a Puerto Rico, en medio de apagones como aroma de surrealismo. Eran los temas que dominaban la opinión pública. Ni hablar de aviones …